El pueblo de Israel y la paz en Palestina

2023-12-01

Pero tiene la historia un sentido profético, en el tiempo en que se lee el texto: no tener...

Llucià Pou Sabaté

El pueblo de Israel desde Abraham forma un pueblo escogido por Dios, que ha tenido distintas dificultades (exilio a Egipto, a Babilonia…), luchas contra pueblos circundantes (ocupación de Canán, filisteos, luchas intestinas entre las tribus y los propios reinos…), ocupaciones en su tierra (babilónicos, persas, griegos y romanos) y siempre ha tenido la promesa de la liberación con sus profecías mesiánicas de donde viene el sionismo actual que germina en el siglo XIX, para acabar con la diáspora y volver a Sión el monte santo de Jerusalén.

El monte Sion es una de las referencias y contiene miles de promesas, sobre todo una futura: de allí saldra el orden y la «enseñanza» de la palabra de Dios (Isaías 2:9). Así, este monte que representa lo que fue, es y será no solo la nación de Israel, sino también la Iglesia, hace que no se un simple accidente geográfico, sino que es la representación de las promesas que cumple Dios.  

El libro de Daniel, de estilo «apocalíptico» o «de revelación», con visiones llenas de simbolismo sobre los planes de salvación que Dios quiere llevar a cabo en el futuro mesiánico, premia la fidelidad. Así el sueño de Daniel muestra un gigante con la cabeza de oro, torso de plata, piernas de hierro y débil de base (pies de hierro mezclado con barro) que cae con todo su poderío.
   
Ese gigante con los pies de barro sufrió el golpe casual de una piedra que se desprendió de la montaña, e hizo pedazos el hierro y barro, el bronce, la plata y el oro, y triturado el gigante se deshizo en un montón de escombros para construir otra edificación nueva. La imagen tenía un sentido histórico en la caída de Nabucodonosor (oro) y ascensión y conquista de Ciro (medos y persas), en la fragilidad del reino seléucida después del hierro de Alejandro, y los pies de barro es la división entre su herencia dividida entre ellos: Láguidas (hierro) y Seléucidas (barro cocido).

Pero tiene la historia un sentido profético, en el tiempo en que se lee el texto: no tener los pies de barro, tener buena base. ¿En qué está apoyado el Estado de Israel? No puede estar basada en la agresividad con los pueblos colindantes, una defensa continua con el apoyo de los judíos que tienen poder en todo el mundo comenzando por las finanzas de EU. La opresión continua a los pueblos palestinos no es buena base para una convivencia, pues había convivencia pacífica hasta la llegada del sionismo. Aunque sea difícil encontrar el equilibrio entre los dos Estados (Israel y el Palestino) no es bueno la opresión o los asentamientos, o el desahucio continuado en sitios como en Jerusalén de árabes tanto musulmanes como cristianos. El afán de conquistar más territorio de modo unilateral no es sembrar un futuro provechoso. La solución no es echar gasolina al fuego…
   
El pueblo de Israel tiene muchas opiniones y tendencias políticas, con una visión religiosa también distinta, que va desde los ultra religiosos, a liberales (se adecúan al contexto actual) y otros que no se basan tanto en la religión como los sionistas que van más en busca de la educación y progreso, y ahora en cimentar el Estado de Israel. Aunque las tendencias políticas y religiosas pueden cambiar con el tiempo y pueden variar en función de factores diversos, a día de hoy podríamos decir que estos grupos son:

1. Ultra religiosos (Haredim): comunidades judías ultraortodoxas que suelen enfocarse en la observancia estricta de la ley judía. Estadísticas: Según el Informe de la Población de Israel de 2020, los Haredim representan aproximadamente el 12% de la población judía en Israel y suelen tener tasas de crecimiento demográfico más altas que otros sectores de la sociedad.

2. Liberales (Seculares): pueden adoptar actitudes más liberales y menos centradas en la observancia religiosa estricta. En dicho informe, constituyen una parte significativa de la población judía, representando aproximadamente el 43%.

3. Sionistas con enfoque en educación y progreso como parte integral de la construcción y fortalecimiento del Estado de Israel. No tengo datos al respecto pero sin duda que el 0,2% de la población mundial tenga cerca de un 25% de los premios Nobel es un indicador de esa característica.

4. Pero podríamos hablar de otros grupos u opiniones no tan basadas en la religión, sino que tienen otras prioridades. Es una realidad compleja que puede actualizarse día a día, como en cualquier país de Occidente donde el cambio es parte esencial de la evolución de la sociedad y mentalidades.

En medio de este magma de tendencias, vemos que hoy domina una política de guerra en Israel. Volviendo al gigante del sueño tiene relación con un reino nuevo del amor, que no es el basado en la ley externa y el Templo de Jerusalén, pues esa construcción, que era su orgullo, “fue reducido a pavesas” y los hebreos dispersados como pueblo. Construido por Salomón un milenio antes de Cristo, y destruido primero por Nabucodonosor en el 586, reconstruido en tiempos de Ciro y otra vez por Herodes, fue arrasado por Tito y los romanos en el 70 d.C. Los judíos querrían la reconstrucción de un Tercer Templo, pero como hay una mezquita y está Israel rodeado de pueblos islámicos, no parece posible. Como diría Jesús, no es ni en ese templo ni en donde los samaritanos ponían la montaña de Jacob donde habita Dios, sino en el corazón de cada uno, pues todos somos hijos de Dios, y así lo expresa la Torah desde el primer versículo del Génesis: Dios crea la persona humana a imagen suya, todos somos hermanos, y el fratricidio es contrario a la Palabra de Yahvé.
   
Pues no quiero pensar la opinión (no contrastada con fuentes) que veo publicada, de que los servicios de inteligencia israelíes ya sabían del ataque terrorista de Hamás desde tiempo antes, y que simplemente no valoraron el alcance de sus fuerzas, pues eso me haría pensar que buscaban una excusa para invadir Gaza y ocupar con más intensidad Cisjordania. Tampoco me ayuda pensar que Hamas hizo el ataque para poder provocar una represalia y mostrar los niños muertos (quizá a causa de usarlos como escudos humanos), que es la foto que han vendido (que es otra opinión que tampoco está documentada, pero que se publica estos días). Pongo por tanto los dos puntos como suposiciones.
   
Simplificando (y por tanto sin abarcar todos los aspectos) las pretensiones de Israel en el conflicto actual son: seguridad y reconocimiento (garantizar la seguridad de sus ciudadanos y el reconocimiento de su derecho a existir como Estado, ante unas comunidades islámicas de alrededor que no lo aceptan, y algunas querrían hacer desaparecer a Israel); defensa (protegerse contra amenazas percibidas, incluyendo ataques con cohetes y otros actos terroristas); y a ello tienen derecho esas personas de Israel.

Gaza (Hamas) quiere:  fin del Bloqueo (levantamiento del bloqueo israelí y egipcio impuesto a la Franja de Gaza); reconocimiento de su autoridad en Gaza y derecho al retorno de los refugiados palestinos. Y son cosas a las que tienen derecho, pero no en el modo de usar modos terroristas, ni en el apoyo de Irán para echar al mar a los judíos.
   
Sin duda, es un escenario más complejo con intervención internacional y quizá hay muchas intenciones ocultas detrás de estos objetivos más públicos, en realidad no pretendo conocer lo que manejarán mejor los servicios secretos respectivos, pero sí nos sirven estos puntos para ahondar en algo fundamental: las batallas importantes no están en matarse unos a otros, sino que están en el interior de cada uno, donde hay una angustia que provoca ese vacío existencial, la falta de interioridad, el miedo… miedo expresado en otro sueño de Daniel, el del dedo que escribe las palabras en el banquete real, escribiendo la sentencia del destino en tres palabras cuyo significado son: «Dios ha contado tus días», «no has dado el peso en su balanza» y «tu reino se ha dividido». El peso en la balanza sin duda es el amor, y el castigo profético no es tanto una amenaza divina sino una autoexclusión de la felicidad, de quien no sabe amar (porque no quiere).
   
Hay otra palabra con la que Jesús nos anima: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Es la precipitación de las personas la que genera peleas, y es la paciencia y perseverancia la que arregla los problemas. No hay rosas sin espinas, un sendero sin dificultades no nos haría mejorar mucho. La paciencia contribuye decisivamente a entender que la vida es esencialmente amor, y si hay amor al final todo colabora para el bien. Por eso el objetivo inmediato en Israel no es matar sino treguas que permita ver con calma, tener más visión de conjunto, reforzar la dignidad de todas las personas como imagen de Dios y hermanos, y edificar un futuro más seguro del Estado, y sin miedos.

Con paz no hay conflictos con los demás

Así nos habla Jesús, príncipe de la paz:

Por: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net

Una persona con paz se expresa de modo asertivo porque “de la abundancia del corazón habla la boca”. Noté en una persona que al dar las charlas de formación, hablaba siempre de aspectos negativos, de muertes y catástrofes. Se lo dije pero no me entendía: era su visión de la vida, fruto de su inquietud interior. Y pensé que yo tampoco percibiré fácilmente mi falta de paz mientras no avance en ese proceso espiritual, de interioridad. Vemos “la paja en el ojo ajeno” pero no “la viga” en el propio. Precisamente cuando intentamos explicar un aspecto, como la paz, nos aplicamos primero a nosotros mismos eso que queremos enseñar, y si hay éxito en esa transmisión es porque aquello no responde a citas o frases de otras personas, sino porque nosotros hemos hecho este proceso experiencial: lo hemos hecho vida, y por eso serán palabras vivas. Así estas palabras, al leerlas, pueden enriquecerse con tus experiencias y palabras hechas vida.

Muchos problemas de nuestro mundo son causados por esa falta de paz que lleva a discusiones, a “tenía que decir esto que llevaba dentro” y a continuación arrepentirnos de haberlo dicho pues “somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencio”. Así en el trabajo mejorará el ambiente si la intolerancia e incomprensión dejan paso a la serenidad que proviene de la paz, de la mesura de ponerse en la piel del otro, al compromiso y servicio en el trabajo en equipo.

Uno de los aspectos más importantes en esa visión social de la paz interior es la familia. En tiempos de dificultades (una pandemia, una crisis económica, incompatibilidades de carácter… por no decir el peor de los casos, que es la muerte de un hijo) hay muchas separaciones de parejas, lo cual indica que no siempre son debidas a problemas de incompatibilidades sino a una inadecuada gestión de las cosas, que se han convertido en problemáticas por esa falta de paz. La armonía en la convivencia tiene mucho que ver con esa gestión emotiva en el diálogo que evita discusiones inútiles, y el querer tener la razón deja lugar a una paciencia de dejar que pase la tormenta y los nervios en beneficio de todos.

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El cerebro no tiene un pensamiento objetivo sino que su actividad siempre está influida por las emociones, y a veces hay un secuestro emotivo, somos raptados por una pasión fuerte de miedo o cualquier otra. En estos casos, pienso que el mejor modo de salir de esa situación es el sentido del humor: es central en salir del secuestro emotivo, por esa puerta de atrás, que nos permite vernos como espectador externo a aquel problema, reírnos de nosotros mismos, pues todas las dificultades caben dentro de una sonrisa.

Igualmente, las relaciones de amistad se fortalecen cuando hay un bien común y lealtad que se cuida. Las amistades sin ese fondo no son auténticas como vemos que se traicionan los aparentes amigos entre corruptos, por ejemplo políticos ladrones. La amistad da paz cuando está basada en las tres cosas fundamentales de toda relación que implique nuestras facultades interiores: la verdad, la libertad y el amor, y si no, no hay amistad sino juegos de intereses y apariencias. Y entonces, los amigos se enfadan: cuando ven un partido de fútbol hay discusiones sobre lo que decidió el árbitro. Y cuando sale una opinión política pueden llegar a pegarse por tonterías. 

Y lo mismo que aparece a nivel de amigos una discusión, a nivel social, tanto local, nacional como internacional aparecen las guerras, causadas por la falta de paz interior de los que pueden tomar decisiones sobre ellas.

Esa paz interior tiene una proyección social: venimos a decir que la solución de la paz mundial es construir esa paz interior en cada uno, y promover una educación para la paz personal con su proyección social. Por todo eso, los conflictos sociales son causados por la falta de paz de las personas, pero hay unas herramientas para poder superarlos, aprovechando esas dificultades para crecer espiritualmente y en paz. Es importante comprender que con el uso de ellas podemos solucionar los conflictos personales.

Así, seguimos el modo clásico de que “el modo de obrar sigue al modo de ser”: de cómo somos, así obramos. Se dice también por ejemplo que “de la abundancia del corazón habla la boca”: las palabras son cordiales si en el corazón hay esa paz. Lo importante es cómo pensar en paz, en segundo lugar cómo sentirnos en paz, y así podemos actuar fruto de esa paz interior creando una paz a  nuestro alrededor. Para tener paz fuera, hemos de tenerla dentro, y para tener paz dentro hemos de cultivar la interioridad: “No podréis ver con claridad mientras no miréis en vuestro corazón… El que mira al exterior sueña. El que mira al interior despierta” (Carl Jung).

Se requiere esa interioridad, espiritualidad que no tiene porque ser en el sentido religioso: naturalmente que está abierto a la doctrina de Jesús, y también a la de otras tradiciones orientales y occidentales. Todas ellas recogen ese deseo común de paz y amor, pues las dos cosas están unidas. Así nos habla Jesús, príncipe de la paz: “la paz os dejo, la paz os doy”. En todas las religiones de algún modo se recoge la bienaventuranza: “felices los pacíficos, los constructores de paz”.

El conflicto palestino solo puede arreglarse negociando la paz, sin alevosia ni ventaja

2023-11-04

La demencia sólo puede curarse con la sabiduría, expresado en la oración de...

Llucià Pou Sabaté

Los judíos europeos han sufrido, han sido discriminados, encerrados en guetos y una persecución cuyo objetivo era el intento de su destrucción completa. Siguen ahora queriendo eliminarlos de su Estado, los gobiernos islamistas de su alrededor excepto Egipto. Pero la dominación israelí sobre Gaza y los palestinos durante más de medio siglo ha provocado resentimiento  y odio.

El apartheid israelí contra la población palestina Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad

Además, los conflictos armados por desgracia ya no son entre militares sino que las guerras son totales, con muchas víctimas entre la población civil. Desde la Primera Guerra Mundial en la que “sólo” murió el 5% de los civiles cada vez más los civiles van siendo mayoría de los muertos por los ataques: en Ucrania el 98% de las víctimas son civiles. Las guerras son cosa de locos endemoniados, dirigentes que sentados en sus sillones mandan a morir a su pueblo que no les importa nada. Se dice que en el siglo XX murieron 200 millones de personas en las guerras.

En el ámbito internacional, parece que ninguno de los países productores de petróleo está dispuesto a ir a la guerra del lado palestino, y que no tiene relevancia el conflicto en la economía mundial. El pueblo palestino parece que es usado como un títere por parte de Irán y grupos islamistas; Qatar, Turquía simpatizan con Hamás, Egipto no se sabe aunque oficialmente es el único que ha reconocido el Estado de Israel… Y dicen que Putin no ha perdonado al dirigente israelí que se pusiera del lado de Ucrania en el conflicto de la invasión.

Las guerras son cosa de locos endemoniados, dirigentes que sentados en sus sillones mandan a morir a su pueblo, sin ningún remordimiento de conciencia ante las masacres que producen.

Las reacciones en América son variadas: dejando aparte el apoyo de los Estados Unidos, principal protagonista en Israel, México ha protestado enérgicamente del atentado de Hamas y ha destacado que la actual ofensiva pueden ser crímenes de guerra. Bolivia ha roto relaciones diplomáticas con Israel; Chile y Colombia han llamado a consultas a sus embajadores en Israel.

La demencia sólo puede curarse con la sabiduría, expresado en la oración de Francisco de Asís con estas palabras: «Donde haya odio, que yo lleve amor; donde haya discordia, que yo lleve unidad; donde haya desesperación, que yo lleve esperanza; donde haya oscuridad, que yo lleve luz». Para que impere esa paz tiene que haber justicia, por parte de Israel. Ahora muestran el deseo de que en Gaza haya una tutela internacional. No sé cuál es la mejor actuación, pero cualquier cosa antes que continúen los palestinos sin la posibilidad de vivir en dignidad, acosados tanto por Hamas como por Israel. Los pobres están entre el enemigo de dentro y el de fuera.

¿Podra la Asamblea General de la ONU intervenir cuando el Consejo de Seguridad es incapaz de tomar una decisión para detener la guerra?

El ataque a la población civil de Gaza es un genocidio, pero la ONU no actúa y deja hacer a Israel; tiene intereses ocultos como dejarse influenciar por Estados Unidos, pero no es una novedad pues tampoco hizo nada en el genocidio contra los tutsis, los musulmanes bosnios, los yazidíes y los rohinyás, denuncia Craig Mokhiber, un directivo de la ONU en Nueva York en su carta de dimisión: “estamos fracasando una vez más”. Y añade: “la actual matanza masiva del pueblo palestino, arraigada en una ideología etnonacionalista de asentamiento colonial, como continuación de décadas de persecución y purga sistemáticas”. Y añade algo que mucha gente no conoce: “En Cisjordania, incluida la Jerusalén ocupada, las viviendas son confiscadas y reasignadas basándose exclusivamente en la raza, y los violentos pogromos de los colonos van acompañados de unidades militares israelíes. En todo el país, el apartheid gobierna”.

«La sensación ahora es que Biden es un aliado  incondicional y complice de Netanyahu en estos crímenes cometidos contra los palestinos»

El deber fundamental de la ONU, de defender el derecho internacional, no se cumple. Estados Unidos, con el lobby israelí, apoyan una barbarie, que no servirá para la paz hasta que termine la tiranía israelí. La solución mejor es la de hacer dos Estados, pero sin apartheid en un proceso como el Sudáfrica hasta los años 90. Por lo pronto, conviene un acuerdo internacional entre las partes, para poner fin al asedio sobre Gaza, poner fin a  la limpieza étnica de Gaza, Jerusalén y Cisjordania, llevar ayuda humanitaria y la reconstrucción.

Lógicamente, en este diálogo difícil, tendrán que ceder las dos partes para llegar a un pacto: por parte palestina, el fin de Hamas y otras fuerzas terroristas; y por parte de Israel, el fin de esa injusta opresión contra Palestina. La parte más difícil será la negociación de las tierras de cada Estado, y para eso los organismos internacionales pueden jugar un papel clave, incluso de tutela pues el odio acumulado durante tanto tiempo puede hacer difícil la convivencia de judíos y palestinos en los dos Estados, sin esa tutela temporal.

La búsqueda de una paz en Tierra Santa

Es un escándalo satánico el que se produce donde precisamente nació el Príncipe de la paz
Llucià Pou SabatéSábado, 4 de noviembre de 2023, 11:23 h (CET)
Es fundamental que se trabaje para que haya dos Estados bien marcados en Tierra santa: Israel y Palestina, y un «estatus especial» para la ciudad de Jerusalén (de control internacional), pues toda guerra es una derrota. Esto es lo que dicen muchos países como España, México, y la diplomacia vaticana que está muy bien informada, pues hay ahí muchos cristianos allí sobre todo árabes, y nadie puede decirle que es aliada de Israel como muchas potencias occidentales: desde el comienzo del Estado de Israel los cristianos de Tierra santa, que en muchos sitios eran mayoría, han pasado a ser cada vez una minoría cada vez más exigua.
   En las guerras, pierden, como decía Gandhi siguiendo la imagen del Evangelio: “ojo por ojo y todos acabaremos tuertos”. Hay mucho trabajo por hacer, porque Israel reconoce el derecho a existir de un estado palestino pero los países islamistas de la zona no reconocen el derecho a existir del estado de Israel (quieren eliminar al pueblo judío de ese territorio). Y en ese impase, Israel ha ido avanzando y toma más territorio incumpliendo en eso los tratados internacionales que ofrecían como solución lo apuntado más arriba: dos Estados y un estatuto internacional para Jerusalén.   La brutalidad del acto terrorista de Hamas sigue el modelo del grupo terrorista Isis en sus manuales y que quieren extender por Occidente, y además Hamas ha tomado el gobierno de toda Gaza que ya no es una democracia sino que se convierte en un estado de terror. Hamas no quiere el bien de los palestinos, sino que busca el caos para sus intereses, y le importa muy poco la muerte de la población, y eso lo hace con sus apoyos de Irán, Isis etc. Sólo trata de extender el terror con una multitud de cadáveres esparcidos, su arma es crear el miedo.   Por eso, se ha dicho que “Hamas ha abierto las puertas del infierno para Gaza”. Pero la acción de Israel ha sido bombardear indiscriminadamente, cuando podía haber hecho una acción más inteligente, pues es curioso que sus servicios de inteligencia no hayan actuado cuando debían. Todo parece que quieren aprovechar haber sido víctimas de un acto horrible de los terroristas, para erradicar el grupo Hamas de un modo rápido sin contar con los efectos inhumanos que eso tiene. En esto, tanto Israel como Estados Unidos son impacientes en sus guerras, y no tienen la ética del respeto a la dignidad de todas las personas, y la sabiduría de saber esperar el momento oportuno para cada cosa. En cierto modo, en lugar de establecer un estilo de política ética, se hacen cómplices al usar las armas de los terroristas. Y en eso pierden la razón. Claro que pueden usar como defensa propia actos de guerra, pero con proporcionalidad.   Estos días he leído en una viñeta que un niño le pregunta a su padre: “¿por qué no se puede matar a los malos? Quedaríamos los buenos” y su padre le responde: “no, hijo: quedaríamos solo los asesinos”. Todos tenemos ego, que si nos domina en lugar de la racionalidad y el amor, nos convierte en enemigos de otros por motivos de todo tipo: político, religioso, deportivo… En el Nuevo Testamento, Pablo dice que todos necesitamos una liberación interior, y sin ella hay guerra. La confianza y la seguridad que da el saberse amado por Dios hace que no absoluticemos nacionalismos y modos de ver propios, necesitamos la liberación de nuestro ego para ver más a fondo las cosas, el punto de vista de los demás. En su parte animal, el hombre necesita “marcar su territorio” y defenderse de los que entran en él, como vemos por ejemplo en los leones. Así también nosotros defendemos no sólo una tierra, sino que queremos “marcar territorio” con nuestras ideas, atacando las de otros que piensan distinto. A eso hemos de llamarlo intolerancia, por faltar el respeto a las personas y su dignidad.   Por decirlo de algún modo concreto, desde que los romanos destruyeron Jerusalén y el Templo hacia el año 70 (lo mismo podríamos decir antes de las invasiones griegas, o de Babilonia) han quedado en la diáspora los judíos, sin tierra, y al surgir su sentimiento de nación sobre todo después del holocausto, han querido un territorio para defenderse. Esto es normal, tienen derecho a ello. Pero hay un modo más profundo de actuar que el de la guerra, y es con ese amor que conquistó al imperio romano de otro modo, no por las armas. Que conquistó la independencia de la India sin violencia.   Por eso José I. González Faus (teólogo) dice: “pido por favor a todos los judíos: lean a E. Lévinas. Sentirán vergüenza de lo que están haciendo hoy, o tendrán que llamar ‘antisemita’ a uno de los judíos más grandes de nuestros días. A los musulmanes les pido igualmente: lean a Rumi o a Ibn Arabí y sentirán lo mismo”. Sólo si elevamos nuestro nivel de consciencia podremos arreglar ese “pastel” que una vez se ha causado, no hay forma de “comérselo”. Es un escándalo satánico el que se produce en Tierra Santa, donde precisamente nació el Príncipe de la paz.