¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

La felicidad: diálogo entre Gonzalo, Llucià y otros (en un grupo de google):

Comienzo con un texto mío para comentar si queréis, sobre la felicidad.

La idea es componer un libro, por eso también os invito a colaborar con vuestras aportaciones.

 

¿QUÉ ES LA FELICIDAD?
1.     ES ALGO INTERIOR, ALEGRÍA CON LOS DEMÁS

No se identifica con la salud, amor, poder y gloria y posición social, fe religiosa, dinero, creación artística o científica… No es solo una cosa, pero su búsqueda es el eje de nuestra vida. Se potenciaría más si se hablara más de cosas buenas en lugar de las desgracias, en los diversos medios de comunicación (de palabra, por escrito, cine, etc.).

Tiene la felicidad algo de incontrolable, pues a veces nos sentimos felices sin saber cómo ni por qué. Algo así como una emoción estética no se explica por las ondas musicales de una sinfonía o las variaciones cromáticas de una puesta de sol. Es algo difícil de descomponer. Pero sí sabemos que está en nuestro interior. Así como en la constitución de la Unesco se lee “puesto que la guerra comienza en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde se deben construir los baluartes de la paz”, así hemos de educar también la mente, nuestro espíritu, para lo mejor de la vida.

Tiene algo de orgánico, pues la estimulación del sistema límbico puede inducir manifestaciones placenteras y amorosas. Así como la comunicación entre personas tiene un aspecto corporal (por los ojos, por los oídos, por la voz…), así puede tener, la sensación de felicidad, elementos y mecanismos de relación con los demás, estructuras cerebrales que dialogan con determinados factores… ¿Cuáles?

Una definición equivocada de felicidad es “situación placentera”, pues la que se tiene con mundos inventados no es ser feliz. Por ejemplo, si uno está enamorado puede sentirse feliz. Entonces, lo ve todo más luminoso, y ve a los demás buenos, amables (dignos de ser amados). El mundo interactúa con uno de una manera más positiva que si no es feliz. El placer tiene sus conductos físicos, químicos y neurológicos donde se codifican eso que nos llegó por conductos que van del emisor a nuestros sistemas de recepción. Eso es parte de la felicidad. También lo tienen los animales. Pero no todo placer es bueno. Hacer lo bueno está por encima. Hacer el bien suele dar placer. Sobre todo, hacer el bien es causa de alegría. Feliz es el que hace el bien y se lo pasa bien, porque al hacer el bien nos hacemos buenos y eso nos hace felices.

Por tanto, según esto felicidad es “alegría”, es decir que es feliz el que está contento, y por eso goza con una lectura o una pieza musical o una puesta de sol. Es por tanto algo personal y en relación con los demás, social. No es feliz el moralista escrupuloso ni el deber por el deber kantiano. Pero ese camino de la virtud no es suficiente con la voluntad. Hay algo más. Si no, podría ser algo seco. La benevolencia es amor supremo, pero el gozo del “eros” o amor de necesidad también es importante. Sentir que nos necesitan, que Dios nos necesita es lo más reconfortante, que los amigos nos necesitan. Por eso decían los filósofos que la amistad da lo que podría llamarse el bien supremo de la vida. Vamos viendo que no es algo meramente en relación con el amor, sino también más cosas.

 

2.    FELICIDAD, Y SU RELACIÓN CON EL AMOR, LA VERDAD Y LA LIBERTAD

La felicidad tiene muchos ingredientes secundarios, como tener salud o dinero, pero es (esencialmente) algo interior en relación con los demás: alegría, pero también “gozo de la verdad”: contemplación, más que ansias de tener. También tiene que ver con la creatividad en el trabajo y las demás manifestaciones de libertad. Por tanto, acoge las manifestaciones intrínsecas de toda actividad humana, lo propiamente espiritual de la persona, de: a) amar-querer el bien, b) inteligencia-buscar la verdad, c) libertad-colaborar en el trabajo que realiza nuestra creatividad y fomenta la esperanza de proyectos.

Así llegamos a lo que podría ser para el cristiano el desarrollo de las tres virtudes por excelencia: amor, fe (seguir la Verdad) y esperanza. Es feliz, según eso, todo aquel que llega a la plenitud del desarrollo humano a través de esos componentes del espíritu (amor, inteligencia, libertad). Relativamente, pues no somos del todo felices porque esto es un camino que siempre desea más, siempre se crece más. Y puede ser feliz una persona sin salud, dinero o posición social. De ahí que en sentido absoluto, la felicidad está en Dios, y en ese camino hacia nuestro crecimiento interior.

 

3.    Felicidad persona y en dependencia de los demás

No podemos darnos la felicidad, pero sí alcanzarla con esos componentes: amistad (con Dios, los demás, la familia), búsqueda de la verdad con el desarrollo del entendimiento, ejercicio de la libertad en la autoposesión personal (ahí juega un papel importante la memoria, la experiencia).

Analicemos un aspecto importante como es la amistad o el amor familiar de pareja o hijos, según lo que acabamos de decir. Necesitamos sentirnos queridos para sabernos vivos, para gozar de la vida. Ese amor recibido podemos devolverlo en correspondencia y ser pleno, pues “hay más alegría en dar que en recibir”. Sin embargo a veces es fuente de celos e inquietudes, angustias por el miedo a perderlo.

Solo cuando tenemos junto al AMOR la LIBERTAD, podemos amar de verdad, sin miedo: el miedo es una forma de querer controlar lo que va a pasar, y es bueno si me ayuda a portarme bien para ser digno de esa persona, pero malo si quiere controlar el futuro o a esa persona que amamos. Pienso en el temor de una madre con sus hijos, por ejemplo. Ese cariño o amor emotivo tiene necesidad de una VERDAD INTELIGENTE, que sea asumido por nuestra interioridad espiritual, que nos dice que vivamos el presente y miremos los lirios del campo sin preocuparnos de nada más que lo que hoy tenemos entre manos, que más que preocuparnos nos ocupemos, pues sabe Dios de lo que tenemos necesidad. Se nos pide vivir el presente, como los pájaros del cielo. No es cierto que no podamos vivir felices sin eso que deseamos (dinero, seguridad en el trabajo…). No es cierto que dependamos totalmente de que esa persona esté cerca físicamente (en el corazón puede seguir cerca, como una madre que es feliz si su hijo está bien aunque se encuentre lejos); también cuando se muere el ser querido (está cerca, en otra dimensión). Es verdad que la razón puede estar influida por la emotividad, pero hemos de educarla a que aprenda a ser más espiritual. Que no dependa de estas cosas o de otras como tener un cuerpo a la moda para agradar. Esos deseos aunque se cumplieran, no nos harían felices pues el trabajo hemos de hacerlo en nuestro interior: dejar las riendas del futuro en manos de la providencia, y construirlo con el presente, moderando todo apego emotivo a través de un espíritu de amor incondicional, que diga a las personas que amamos: te doy sin esperar nada a cambio, quiero que seas libre, no te quiero “para mí” solamente, sino que principalmente “te amo” y me doy a ti sin querer dominarte. Ese AMOR con LIBERTAD es lo que corresponde a un amor más alto, de VERDAD. Un amor verdadero y libre, que nos hace feliz.

Eso, cierto pensamiento como el budista lo intuye en parte, pero pienso que solo en Jesús encuentra un equilibrio, pues no se trata de no tener necesidades y apegos (que da lugar a espiritualidades desencarnadas) sino de integrarlos en mi espíritu, en un proceso de crecimiento interior.

Quiero decir que el fallo está en la programación recibida en el cerebro, por una educación incompleta. La felicidad nos llega por el conocimiento de todo esto pero sobre todo por la comprensión que viene por vivirlo, la experiencia que dice el salmo: gustad y ved qué bueno es el Señor: si lo gusto y vivo, lo veré. Primero el corazón q comprende, luego la inteligencia que comprehende.

La cárcel que a veces construyo con mis ideas y mi cultura ha de abrirse con esa liberación de escoger la Verdad antes que las creencias, el Amor Inteligente que integre todo amor de necesidad y apegos, etc. Es la armonía vital que no niega nada de lo humano, sino que lo renueva en el espíritu que Jesús nos trae.

Llucià Pou Sabaté

 

Gonzalo hace los siguientes comentarios al texto anterior:

 

Qué es la Felicidad? Yo diría que la Felicidad es el estado de Paz y Gozo Interior permanente.

Todo lo que hacemos en la vida lo hacemos como un medio para alcanzar la Felicidad. Es lo que buscamos interiormente en todas las decisiones que tomamos en nuestra vida.

 

Nuestro error es que intentamos buscar la felicidad donde NO la vamos a encontrar, la buscamos en cosas fuera de nosotros (bienes materiales, pareja, relaciones de amistad, prestigio, poder, salud, etc) generalmente buscando algo que llene un vacío interno inconsciente.  Los sabios saben que eso es una carrera sin fin porque en la medida que creamos que la felicidad está en cosas fuera de nosotros, inmediatamente nuestra mente nos lleva a intentar controlarlas y nos lleva a la angustia y resistencia al cambio natural de la vida.

 

La Ciencia y la Espiritualidad saben que existe una ecuación matemática de obligado cumplimiento que dice:

 

        Felicidad = Nivel de Consciencia

 

Esto quiere decir que la Felicidad depende de como interpretamos, fluimos con lo que acontece mucho más que como son las ‘cosas’ ahí afuera para nosotros. Dicho de otro modo, Teresa de Calcuta o Ghandhi eran mucho más felices que Al Capone con independencia de las circunstancias externas de sus vidas.

 

A la Felicidad se llega a través de conseguir tener tres ceros y dos cienes en nuestra vida:

 

0 sufrimiento (Al tener total comprensión del Amor)

0 resistencia  (Al fluir con el plan Divino para nosotros)

0 reactividad (Al saber que lo que ocurre lo generamos nosotros por nuestra necesidad de crecimiento espiritual)

100%    Comprensión de Amor

100%   de Espíritu de Servicio

 

Toda falta de felicidad comienza en la mente de los hombres y por ello debe resolverse ahí. El problema es que nuestra cultura por falta de información no culposa, no nos ha enseñado todavía a como debemos pensar para poder ser felices.

 

Hay que distinguir la felicidad de otras sensaciones, como el placer, que pueden darnos momentos de satisfacción, pero que desaparecen en el momento que desaparece el objeto que los causa o sobre el que proyecta. Es muy  distinta la satisfacción que sentimos cuando todas nuestras cicunstancias externas estén como nos gustan que la Felicidad permanente de vivir en Amor y Servicio. Esta última no es afectada por los cambios en el exterior, es más intensa puesto que se origina y emana en la Fuente Divina.

 

Si queremos ser felices tenemos que aprender a sostener pensamientos de alta vibración en nuestra mente. Debido a lo que se sabe hoy sobre la causación descendente, esos pensamientos cambian físicamente los circuitos en nuestro cerebro y nos es cada vez más fácil (como cualquier otro entrenamiento) lograr una mente en estado de Paz y Alegría, con independencia de las circunstancias exteriores.

 

Así como los placeres físicos y emocionales se experimentan en el cuerpo físico, en el cuerpo vital (emocional) y en la mente inferior, la Felicidad de la que hablamos se experimienta en la mente superior y desciende a empapar a los cuerpos inferiores también. Ningún místico cambiaría el éxtasis de sus experiencias por ningún otro placer o satisfacción del tipo que experimentamos los seres humanos en nuestras experiencias cotidianas.

 

Felicidad es pues el Gozo de la Verdad, la capacidad de contemplar y servir más que la capacidad de obtener o poseer.

 

Las virtudes cristianas nos llevan a la Felicidad:

 

– Amor: Comprensión profunda y absoluta de que todo  es perfecto y necesario y todo tienen un propósito de Amor para la evolución de nuestras Almas.

 

– Fé: Aceptar y Fluir con el Plan Divino para nosotros en cada momento buscando la Verdad.

 

– Esperanza: Saber que todo lo que acontece nos hace crecer espiritualmente y nos lleva un paso más adelante para nuestro inevitable encuentro con Dios (retorno al Padre, a la fuente que nos creó).

 

Lo contrario al Amor (a la Felicidad) no es el odio sino el miedo. Aquí tenemos que comprender lo que es la VERDAD INTELIGENTE. Dejaríamos de tener miedo si supiéramos como Teresa de Avila que esta vida no es más que una ‘mala noche en una mala posada’, y, por lo tanto, nada puede dañar nuestra alma que es nuestra verdadera realidad.

 

El Amor del que hablamos no hay que confundirlo con el cariño o el enamoramiento. El cariño siempre lleva la palabra ‘mí’ o ‘mío’ por delante: ‘quiero a mis hijos’ por ejemplo, pero no tanto a los del vecino.

 

El cariño es variable, condicionado y necesita un objeto sobre el que proyectarse. El Amor es invariable y abstracto,  una manera de ser, de comprender el propósito de nuestra existencia en este mundo.

 

No es feliz el moralista escrupuloso (está motivado por el miedo) o el deber Kantiano (motivado por el sentido de la responsabilidad, también con un componente de miedo). Es feliz quien elije el Amor y el Servicio como motivación de vida desde la Libertad.

 

Ese cariño o amor emotivo tiene necesidad de una Verdad inteligente que sea asumido por nuestra interioridad espiritual, que nos dice que vivamos el presente y miremos los lirios del campo, sin preocuparnos de nada más de lo que hoy tenemos entre manos, que más que preocuparnos nos ocupemos, pues sabe Dios de lo que tenemos necesidad. Se nos pide vivir el presente, como los pájaros del cielo. No es cierto que no podamos vivir felices sin eso que deseamos (dinero, seguridad en el trabajo, etc). No es cierto que dependamos totalmente de que esa persona esté cerca físicamente (en el corazón puede seguir cerca, como una madre que es feliz si su hijo se encuentra bien aunque se encuentre lejos); también cuando se muere el ser querido (está cerca en otra dimensión). Es verdad que la razón pueda estar influida por la emotividad, pero hemos de educarla a que aprenda a ser más espiritual. Que no dependa de estas cosas o de otras como tener un cuerpo a la moda para agradar. Esos deseos aunque se cumplieran, no nos harían felices puesto que el trabajo hemos de hacerlo en nuestro interior: dejar las riendas del futuro en manos de la Providencia y construirlo con el presente, moderando todo apego emotivo a través de un espíritu de Amor incondicional, que diga a las personas que amamos: te doy sin esperar nada a cambio, quiero que seas libre, no te quiero ‘para mí’ solamente, sino que simplemente ‘te amo y me doy a tí sin querer dominarte. Ese AMOR con LIBERTAD es lo que corresponde a un Amor más alto, de VERDAD. Un amor verdadero y libre que nos hace más felíz.

 

Eso, cierto pensamiento como el budista, lo intuye en parte, pero peinso que sólo en Jesús encuentra un equilibrio, pues no se trata de no tener necesidades ni apegos (que da lugar a espiritualidades desencarnadas) sino integrarlos en mi espíritu, en un proceso de crecimiento interior.

 

Quiero decir que el fallo está en la programación recibida en el cerebro por una educación incompleta. La felicidad nos llega por el conocimiento de todo esto pero sobre todo por la comprensión que viene por vivirlo, la experiencia que dice el Salmo: ‘Gustad y ved qué bueno es el Señor’: si lo gusto y vivo, lo ‘veré’.

 

Primero el corazón comprende, luego la inteligencia que comprehende.

 

Gonzalo

 

PRÓLOGO DE GONZALO Y ANOTACIONES MÍAS

Aquí anoto unas consideraciones mías al texto de Gonzalo que anoté en otro mensaje (prólogo al libro «La pérdida del ser querido. Vida más allá de la muerte»), también el escrito suyo sobre «felicidad», el tema que comencé el otro día y que podemos ir respondiendo en este sitio (además de abrir otros temas si queremos), está gustando mucho según algunos comentarios que me llegan.

 

Comienzo con el texto del “prólogo”:

Prólogo

Las páginas de este libro son vivenciales. El autor, amigo mío, trata de penetrar en el misterioso mundo de la pérdida del ser querido. Puedo decir que lo he leído con gozo, y quiero aprovechar este prólogo para hablar del nuevo paradigma científico de la realidad, que confirma cuanto se dice en “La pérdida del ser querido”.

 

¿Jesús vino a resolver el dolor o a darle sentido? Pienso que en primer lugar Jesús vino a liberarnos: “La verdad os hará libres”. Yo me pregunto, ¿libres de qué? y me respondo que libres de todo, incluido el dolor y el sufrimiento. Para mí, el dolor es un síntoma, como la fiebre, pero en un sentido un poco distinto de cómo lo dice Llucià. Él habla del dolor como un síntoma de un mal, como la fiebre indica la enfermedad. Síntoma de un mal, pero no es mal en sí. Pienso que además, la fiebre me indica que mi cuerpo está infectado y el dolor me indica que mi mente está infectada, infectada de falta de comprensión y de falta de abandono en la voluntad Divina. El dolor y el sufrimiento es una resistencia mental a lo que acontece. Liberar a la humanidad del dolor y del sufrimiento haría que al no malgastar energía en la negatividad tendríamos mucha más energía disponible para crecer.

 

Para  mí, el punto central del libro que tienes entre manos, y en lo que me voy a centrar ahora, es el n. 9: “Confiar, dejarse llevar”. Apuntaré y comentaré algunos puntos, para poner el acento en las ideas contenidas en esas páginas.

Se habla de la taza vacía, “para poder llenarla otra vez”.  Pues toda la historia de mi crecimiento se basa en la experiencia de llenarse y vaciarse. Tomar y dejar. También nuestra relación con las personas que amamos: tomarlas cuando están, dejarlas ir cuando se van…

Para mí, la vida es confiar en esa fuerza y gracia divina que nos va llevando. Por eso, lo peor que puedo hacer es que el yo(ego) ahogue ese crecimiento. Si queremos controlar el destino, nos pasamos la vida con miedo y angustias. En cambio, si soltamos las riendas de la vida en manos de esa energía divina (sinergia llaman a la gracia los cristianos ortodoxos), sabiendo que lo mejor siempre está por llegar (en esta vida o en nuestras futuras experiencias espirituales para seguir creciendo), nos ocuparemos del día a día, pero sin preocuparnos. E integraremos el dolor, la muerte de alguien querido, dentro de esos planes, sabiendo que al final todo será para bien de todos.

Si no entendemos bien esa verdad demostrada científicamente, en nuestra experiencia personal y colectiva de la humanidad, no entenderemos nada del misterio de la muerte y tantas cosas más. Al final podremos renegar de un Dios justiciero que quiere que muera un ser querido, o caer en el cinismo de que la vida es absurda. Nos han hecho comulgar muchas veces con ruedas de molino. Pero en el Evangelio hay una verdad que hoy podemos descubrir con más rigor que hace años, cada día más. En este sentido se cita a Juan Pablo II: “Así pues, estamos llamados a colaborar con Dios, mediante una actitud de gran confianza”, y teniendo presente que somos administradores de esos dones, continúa: “recordaremos también que nada nos pertenece, y debemos estar dispuestos a donarlo”. Un buen resumen de esa postura confiada hasta que se vea la luz, en nuestro aprendizaje, en medio de las adversidades, son aquellas palabras de la santa de Ávila: «Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta».

 

Las reflexiones sobre el dolor y la muerte del santo Job quedan completadas con el mensaje de Jesús, que nos dice que hemos de ocuparnos, no preocuparnos (Mateo 10,29). Lo explica muy bien Santo Tomás Moro: «nada nos puede pasar que Dios no haya querido. Todo aquello que Él quiere, por malo que nos pueda parecer es, no obstante, lo que hay de mejor para nosotros«. Y Edith Stein resumía así: «Lo que no estaba en mis proyectos se encontraba en los proyectos de Dios. Y cuanto más a menudo se me presentan tales acontecimientos, tanto más viva se hace en mí la convicción de fe de que no existe el azar -visto de la parte de Dios-, que toda mi vida, hasta en sus menores detalles, está prevista en el plan de la providencia divina y que ella es, ante los ojos de Dios que lo ve todo, una coherencia inteligible perfecta».

Así, “todo procede del Amor, todo es dispuesto para la salvación del hombre” (Santa Catalina de Siena). porque hay una fuerza divina que nos protege, haciendo que de todo surja un bien, como cita otro de mis autores preferidos, Elisabeth Kübler-Ross: «no existen errores, ni coincidencias. Todos los acontecimientos son bendiciones que se nos dan para que podamos aprender».

 

Si miro mi vida, veré que ha habido cosas sencillas que me eran fáciles, y otras complicadas que me han servido para madurar… Nos gustaría que todo fuera fácil, sin problemas. Pero eso haría de nosotros algo débil, endeble, como un churro en el que no podemos apoyarnos. Debido a que la Ciencia ha demostrado la causación descendente (las dimensiones superiores en consciencia causan todo lo que ocurre en el mundo de la materia, como dijo Jesús: «hasta el último cabello de tu cabeza esta contado») a mí me ayuda mucho recordar cada día la frase de un Maestro: «todo es PERFECTO Y NECESARIO, y si no, no ocurriría”. Pero todo es perfecto y necesario desde el punto de vista del crecimiento de nuestras almas y no necesariamente desde el punto de vista de las preferencias de nuestros cuerpos inferiores. En definitiva, al saber esto es mas fácil perder la agenda propia para fluir con el plan Divino.

 

Para mí, un punto clave es aprender de las experiencias con las dificultades que van componiendo ese aprendizaje, y ese es mi destino. Con él, voy descubriendo y preparándome para mi misión, para lo que estoy en la vida. El dolor o sufrimiento se transforma cuando veo que todo es gracia, pero para eso hay que pasar por un aprendizaje… en este libro se nos habla de ese camino. El dolor puede desconcertar, suena como una lengua rara (pongamos el húngaro) en la que yo no entiendo nada hasta que encuentro la clave, y comienzo a encontrar sentido a todo.

Cuando los padres tenemos que elegir colegio para nuestros hijos buscamos uno donde pensamos que les van a exigir y eso va a ser un poco molesto porque no van a estar tan cómodos, pero sabemos que tienen que aprender y eso no siempre es cómodo. Sin embargo, cuando se hacen más mayores los padres queremos una vida cómoda y sin incidencias para ellos como si ya no tuviesen mucho más que aprender. Yo personalmente pido a Dios que -sin pasarse, claro-, me envíe todo aquello que me pueda hacer crecer según su plan para mí. Yo lo aceptare gustoso como una gran ocasión de aprendizaje aunque sea un incómodo para mi mente. Y además, esa aceptación abstracta, sin objeto todavía, hace que mi vida sea más fácil al no necesitar más lecciones ya que la aceptación no es ya una asignatura pendiente. También he comprobado que cuando otros empiezan a ver las cosas de esta forma, su transformación sigue los mismos pasos que yo seguí. Si no lo hubiese comprobado primero en mí y luego en muchos otros, jamás me hubiese atrevido a plantear lo que ahora planteo.

 

Es difícil ir contra los resultados, y ahora me refiero no solo a la experiencia de los místicos, sino a los avances de la ciencia que muestra un nuevo paradigma, algo que prueba lo sobrenatural, que nos pone en evidencia la verdad de todo lo que ha dicho Jesús… porque además Dios nos muestra sus leyes a través de los resultados que obtenemos siguiéndolas o no. Así es como las vamos descubriendo.

El Universo es inmenso, y con muchos planetas como la tierra (ver http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/08/ciencia/1357638041.html) y está regido por leyes creadas por Dios de matemático cumplimiento. Nada puede acontecer fuera de esas leyes o el Universo perdería su orden perfecto. Una de esas leyes, la “Ley de correspondencia”,  determina con todo detalle las experiencias que nuestras Almas han de vivir. Todas las experiencias nos preparan –en su destino- para una misión. Todo es aprendizaje. Todo al final es para bien. La energía va desarrollándose en nuestro interior, y así la vida te devuelve lo que inviertes, se amplía la comprensión y se va desarrollando nuestro modo de ser más alto, la mente superior, intuitiva, y sobre todo el espíritu, nuestra alma.

Todo lo que nos dice nuestro cuerpo físico es cierto a ese nivel. También lo que nos dicen las emociones. Y la razón. Pero hay un nivel más alto de comprensión, por el espíritu que alcanza una inteligencia sin necesidad de desarrollar razonamientos, sino por intuición. A ese nivel en que no hace falta lenguaje, en nosotros va desarrollándose un crecimiento -proceso espiritual– en el que vemos que todo será para bien, y sin llegar a una insensibilidad, que sería mala porque no tendría en cuenta que en nuestro “yo” espiritual está integrado también nuestro “yo” racional, y emotivo, y el físico… podemos hablar de una desensibilización en la que ya no sufrimos apenas, pues encontramos un sentido a esa pérdida.

 

La cruz será así un regalo, y las dificultades parte del destino del alma. Aceptar la cruz será aceptar mi destino. El alma viene con un destino para poder hacer un aprendizaje para una misión. El alma, que es individual y colectiva, se va abriendo a un proceso de comprensión hacia lo que nos causa dificultad. Yo he descubierto mi misión en ayudar a otros en ese crecimiento. Todo ha confluido hacia esa misión, a lo largo de mi vida. Al final, todos descubrimos nuestra vocación al amor, al servicio. Las dificultades me sirven para crecer y prepararme para desarrollar mi misión. Todos hemos de comprender que tenemos un destino para desarrollar una misión, y sería estúpido entorpecerlo buscando huir de ese destino. En cambio, si no nos resistimos podremos aprender más rápido, vivir antes y mejor esa misión para la que vivimos. Subiremos más rápido a un nivel de conciencia más alto.

Tenemos una vida espiritual donde se integra todo lo demás; pero el hombre no es sólo espíritu. A ese nivel, no hay ya apegamientos, no hay tanto dolor. El Amor Universal es una comprensión, no un sentimiento. El Amor no sufre. El cariño sí. El cariño necesita un objeto sobre el que proyectarse a diferencia del Amor. El cuerpo físico sufre. El cuerpo emotivo también. Así, tengo también otras capas de mí, que sí notan el dolor: la «vida afectiva», y la «vida corporal».

Si mi vida esta regida por mis cuerpos superiores, si rige el espíritu, puede dominarse mucho… y según el nivel de crecimiento, se puede llevar mejor o no, en la medida que nos acercamos a lo divino. De manera que por un lado, el dolor y las dificultades tienen un sentido, para crecer, aprender. Pero por otro lado, Dios no tiene passio, es decir no sufre, pero sí compassio, es decir, comprensión compasiva, y su Misericordia nos salva impulsando y atrayendo nuestro crecimiento por los niveles de consciencia. Nosotros también podemos pasar de una fase más bien sensible a otra espiritual. Es decir, en la medida que tengamos más cercanía con niveles altos de conciencia, más parecidos a Dios, podremos integrar en nuestro “yo” espiritual todo lo que nos pasa, y no sufrir demasiado. De la misma forma que en la fase sensible aparecen los instintos y la violencia, en la espiritual sólo hay amor y paz, sin apenas dolor.

Los niveles de consciencia descubiertos y perfectamente descritos por la ciencia hoy, son campos energéticos, parecido a los campos magnéticos o gravitacionales que influyen totalmente en todas las decisiones, comportamientos, percepción, cultura, tentaciones y capacidad de comprensión humanas. Si no se conocen estos niveles y como operan es difícil dar una explicación completa y coherente de lo que ocurre. Estos estados de consciencia configuran los «cursos» que las Almas deben ir aprobando (trascendiendo). Se sabe que los problemas que surgen en un Nivel solo se resuelven en el siguiente. Tenemos que comprender la limitación de comprensión inherente a los estados más bajos de la misma forma que comprendemos que explicar física cuántica a un niño pequeño es, por el momento, imposible. También dice la ciencia que hay una ecuación matemática que dice: Felicidad = nivel de consciencia.

En los niveles de consciencia más bajos, hay más dominio de nuestros “yo” físico y emotivo. Hoy día nos damos cuenta que la violencia humana pertenece a esas primeras partes más instintivas de nuestro ser. Se debe a una falta de crecimiento personal, de conocimiento de quienes somos, es decir está causado por la ignorancia. Y por eso ser víctimas de algún tipo de violencia ya no causa rabia en una persona que esté a un nivel de consciencia más avanzado, y en él se genera compasión, así cuando hay una pérdida de un ser querido por algún tipo de violencia, el modelo es Jesús que en la Cruz pide por los que le matan, y transforma así la ofensa en intercesión: “Padre, perdónales, que no saben lo que hacen”. Es decir pone la misma ignorancia como fuente de salvación. Esto da un modo de pensar mucho más aquietado. Vivir desde el cerebro etéreo, esa fase más alta de nuestro yo, nos da paz. Nos hace pensar que “eso” que nos da “sufrimiento” en nuestro yo físico, o emotivo, en realidad es necesario en la evolución espiritual.

Los que se dejan llevar por fases instintivas, al tener energizados los chacras inferiores tienen menos eficacia pues la vida es aprender, y el que no se deja llevar por esa fuerza energética divina, y se opone a ese crecimiento, a ese “destino” en el que a base de experiencias vamos aprendiendo, tarda más en descubrir su “misión”, para la que ha sido creada esa persona. No es ni bueno ni malo lo que nos pasa, solo  un medio perfecto para crecer. Si no asumimos en nuestro “yo” espiritual esas contradicciones, será un síntoma de que la energía de más baja vibración de nuestro ser esta rigiendo nuestras vidas. San Francisco de Sales, con su espiritualidad llena de dulzura, nos anima a no preocuparnos, sino a  tener paciencia con nosotros mismos, pues todo requiere su tiempo… como esas fases del duelo aquí descritas… donde vemos que lo pasional va dando paso a lo espiritual, dentro de esos traumas que sufrimos en la vida.

El amor universal se asienta en el  cuarto cuerpo (cerebro etéreo o mente superior), donde la experiencia de nuestra vida nos conduce a una misión de servicio. Ya no estamos secuestrados por el cuerpo emocional. El cariño me lleva a sufrir por el dolor que otros sufren. El Amor lo ve como necesario para su crecimiento. Ve que esa persona sobre todo es “alma”, y aquello ayudará a su evolución.

Gonzalo Rodríguez-Fraile y Diaz.

Licenciado en Derecho (Universidad de Navarra), Harvard MBA, Empresario y estudioso del crecimiento personal.

 

Pongo aquí otros comentarios de Gonzalo sobre el tema:

Hay como una grabación de todas las experiencias humanas que tenemos en ese camino de aprendizaje que es la vida. La ciencia sabe que estamos rodeados por un mar de consciencia… Quizás uno de los descubrimientos más importantes y  relativamente recientes de la ciencia y la filosofía es la existencia de los estados de consciencia. Cada estado representa un campo energético que actúa de forma similar a los campos magnéticos o gravitacionales e influyen mucho en todas las decisiones humanas, comportamiento, percepción, cultura, religión y capacidad de comprensión. Si no se conocen estos estados no se pueda dar explicación completa de lo que acontece.

Por ejemplo ser amable parece algo normal e ineludible para alguien de un nivel de consciencia elevado, de amor y servicio, pero puede parecer una debilidad y un insulto para los niveles más bajos y por lo tanto una técnica de comunicación ineficaz en esos niveles. Esos estados de consciencia configuran los «cursos» que las almas tienen que ir aprobando (trascendiendo).Se sabe que los problemas que surgen en un estado solo se resuelven en el siguiente y así sucesivamente. Tenemos que reconocer la limitación de comprensión inherente a los estados más bajos de la misma forma que comprendemos que enseñar física cuántica a niños pequeños o a adultos con educación limitada es simplemente imposible por el momento.

Cada nivel de consciencia es como un programa de ordenador con sus limitaciones por arriba y por abajo. Estos niveles están perfectamente descritos y medidos y creo sinceramente que el conocimiento en profundidad de estos temas nos ayudaría en nuestra misión de dar Paz a nuestro alrededor, conocer con exactitud el mapa del territorio por donde tenemos que viajar, en nuestra misión de servicio, siguiendo aquello de Jesús: «cosas más grandes haréis vosotros».

La ciencia ha afirmado que todo lo que existe en el Universo está construido solo por dos componentes básicos, energía + información,  o energía informada. Así como la materia se mide por su peso o por su densidad, la energía solo se puede medir por su frecuencia vibratoria. Se sabe que cuanta más frecuencia vibratoria más información se puede contener (como las distintas capacidades de distintos discos duros de un ordenador). Dicho de otra forma, si yo pudiese subirle con un ingenio la frecuencia vibratoria a una persona que tenga un nivel de crecimiento bajo, al instante siguiente seria como Teresa de Calcuta y se saltaría todo el proceso evolutivo de comprensión en un instante. Por supuesto que esta máquina no existe y hay que hacer el trabajo con esfuerzo y dedicación. Pero esto es lo que hizo Dios con S. Pablo cuando lo tiro del caballo. La mirada de Jesús tiene fuerza transformadora en S. Mateo, que pasó de ser publicano a apóstol. Esto es lo que ocurre con las conversiones súbitas pero no es lo frecuente.

El alma de Al Capone dista mucho del Alma de Teresa de Calcuta. La diferencia de Poder y comprensión entre una y otra es abismal. Y el final de la evolución o purificación de un alma en el ámbito humano es poder fundirse con Dios cuando termina la evolución. Una fase muy elevada en ese crecimiento, para mi concepción, es lo que llamo misticismo donde incluyo a Teresa de Calcuta, Gandhi, Buda, Tony de Mello, Lao Tse, Juan de la Cruz).

Desde esta concepción de las cosas el infierno, purgatorio o cielo no son lugares geográficos sino estados de consciencia. El infierno son los estados inferiores donde todo es dolor, sufrimiento, violencia e incomprensión del Amor. Para mí, todas las Almas son creadas inocentes (sin información) y tienen que pasar por esos niveles de consciencia inevitablemente. En esta, como en alguna otra cosa, mi amigo Llucià discrepa porque mientras que los dos pensamos que estamos todos entrelazados, él entiende que nuestro “yo” no existe antes de esta vida, aunque conecta con las otras vidas y nos llega a través de lo genético unos modos de carácter, y quizá esa conciencia colectiva que nos predispone con más facilidad a la música o a las matemáticas, nos da como un aire de familia. En cualquier caso, todos tenemos las tentaciones propias del nivel en el que estamos y no otras. Yo suelo decir “dime las tentaciones que tienes y te diré tu nivel de consciencia”. También digo que observando la vida diaria de las personas es fácil saber cuál es su nivel de consciencia. Toda la vida de alguien es un perfecta expresión del nivel de consciencia.

Cuando el Alma se desprende del cuerpo con la muerte del cuerpo físico y mental, lo que llamamos juicio particular es un proceso automático de exactitud matemática donde el alma se sitúa en su dimensión específica en ese momento de su evolución, se sitúa en su punto así como un corcho flota según su densidad.

La ciencia nos dice que tenemos cuatro cuerpos. Todos son parte de mí, y todos fundamentales para nuestra evolución, pero unos más significativos que otros desde el punto de vista evolutivo. No hay que confundir fundamental con significativo.

-Tenemos un cuerpo físico donde experimentamos las sensaciones.

-Un cuerpo vital donde experimentamos emociones y sentimientos (en realidad son 7 niveles, y todos se coordinan desde el cerebro medio).

Hasta aquí, estos cuerpos son similares a los que tiene un perro y el primero a lo que tiene un cocodrilo y funcionan igual.

-En el ser humano se desarrolla el neo-córtex o cuerpo mental inferior que nos sirve para pensar en abstracto, cosa que un perro no puede hacer. Por eso vivir desde la razón es más evolucionado que vivir desde el instinto y la emoción.

-En algunos seres humanos y a partir de un nivel de conciencia, que hoy sólo ha alcanzado quizá un 20% de la población, se empieza a desarrollar el cuarto cuerpo que los científicos llaman a veces “mente superior”, “cuerpo supra-mental” o “cerebro etéreo”. Hasta que no se desarrolla esto no podemos usar la intuición con asiduidad y no podemos desarrollar el «ojo de la contemplación» de la misma forma que no podemos razonar sin el neo-córtex. Este cerebro etéreo esta más desconectado del cuerpo emocional que lo está la mente inferior (morada del ego) y por eso todo desarrollo espiritual consiste en aprender a utilizar la mente superior (en contacto directo con el alma) en un porcentaje superior a la mente inferior (en contacto con el instinto y la emoción). A este respecto, me gusta recomendar «La libertad del Ser» de Annie Marquier.

Para mí, el cuerpo es el vestido del alma en cuanto que el alma es más significativa, pero me parece una discusión más semántica que otra cosa ya que los cuerpos físicos, emocionales y mentales también son fundamentales. Lo que sí está claro es que son instrumentos creados para la evolución de los más significativos: somos hijos de Dios a su imagen y semejanza por el alma que tenemos, sobre todo ahí está la imagen espiritual de Dios, que no tiene cuerpo. Yo me he transformado por entrenarme a vivir desde el alma (cuerpo supra-mental) y no desde el instinto, la emoción o la mente inferior). No los rechazo pero los pongo al servicio del otro cuerpo más significativo.

De hecho y espero que esto no suene a escandaloso la clasificación tan simple entre animales y seres humanos puede revisarse pronto y desdoblarse en 4 categorías:

-animales con sólo cerebro límbico (reptiles algunas aves, etc.)

-animales con cuerpo emocional (perros, delfines, caballos, etc.)

-seres humanos con mente inferior (Al Capone)

-seres humanos con mente superior (cerebro etéreo desarrollado, que aman).

 

Así nos vamos acercando a Dios, donde la frecuencia vibratoria es infinita y por lo tanto el tiempo es cero y la capacidad para contener toda la información de la creación es absoluta. Las criaturas de Dios, en cambio, somos limitados y vamos creciendo, hasta fundirnos en él.

Los cuerpos inferiores se integran hasta que llegue un momento que ya no serán necesarios, y sólo se utiliza la intuición (aprehensión directa de la verdad sin proceso secuencial). No entendemos como pueda haber un cuerpo con esas características, pero mi amigo Llucià mantiene que sí lo hay, yo quiero centrarme en comprender y explicar los niveles de consciencia para poder dar un mapa más claro para aprender, y un grado de Paz y coherencia mucho mayor.

Lo importante es que solo se puede llegar a la felicidad a partir de operar desde el cuarto cuerpo porque sólo entonces se pueden entender cosas como que la felicidad no está ahí fuera sino dentro de nosotros. Hasta que no se transciende el Ego, no hay felicidad completa. La ciencia ha demostrado una ecuación matemáticamente exacta… Felicidad = Nivel de consciencia. La comprensión de este hecho es lo que más nos anima. Si bien es cierto que la Fe da una comprensión por la vía experimental de esa verdad, quien no cree puede por la inteligencia dedicarse al trabajo de crecer.

En definitiva todo lo que muchos hacen en la vida (trabajar, casarse, comprarse o no un coche) lo hacen porque creen equivocadamente que les va a traer felicidad (al menos satisfacción), pero en cambio ahí no la van a encontrar. Esto no sólo lo dice la religión y la espiritualidad, sino ahora también la ciencia. La demostración científica de esto tiene mucha importancia, para poder motivar  y poder aprender el camino a la verdad.

Todo el asunto del dolor, que mi amigo Llucià comienza a tratar en este libro, al que seguirán otros, pienso que se entienden mejor -el sufrimiento y el sacrificio- a partir de esta nueva concepción de la realidad, para liberarnos de ello. Se podría afirmar que el sacrificio asumido en el nivel de conciencia del servicio, integrado en el “yo” espiritual, puede ser sanador, y es suave. Es cierto que ciertos grados de dolor, en unos niveles de consciencia todavía no suficientemente elevados, pueden causar graves daños como enloquecer. Cuando el servicio se hace de forma gozosa y retroalimentada, lleva a una espiral ascendente de ayuda propia a través de la ayuda a los demás, y se experimenta una Paz por saber que todo es perfecto como es, y un gozo casi paralizante. En ese estado no se experimenta apenas la idea de sacrificio.

Esto no nos hace insensibles. Me gusta distinguir el Amor del amor (o cariño). Cuando yo era más joven no tenía esto claro y me resultaba un gran impedimento para desarrollar el Amor. El cariño es un sentimiento que necesita un objeto sobre el que proyectarse y suele empezar por un «Mí». Quiero a mis hijos, a mi país, a mi equipo de futbol, etc. Viene del ego. El Amor, en cambio, no es un sentimiento sino una forma de comprensión/aprehensión. Si fuese un sentimiento no podría ser invariable. Yo no podía conseguir amar a los demás como a mis hijos y tampoco había entendido esta distinción y, por lo tanto, me era más difícil entender el Amor. En una ocasión tuve la fortuna de poder hablar de esto personalmente con Teresa de Calcuta y ante mis preguntas ella me dijo que jamás había tenido la tentación de tener familia como muchos otros porque no podía limitar su Amor a tan poca gente.

Como es lógico, el crecimiento se desarrolla a través de dificultades, y la mayor dificultad que puede haber es ésta de que trata el presente libro: la pérdida del ser querido.

Aquí aprovecho para releerlo con algunas consideraciones mías.

No tengo el bagaje que él lleva (acaba de dar unas sesiones a los principales dirigentes de Microsoft, más de 30, en USA), pero para que haya diálogo hay que hablar, y aquí va lo mío:

 

  1. Me gusta la claridad de ideas, dinamismo con imágenes sencillas que expresan ideas fácilmente reconocidas por su racionalidad. Me gusta el texto! Por tanto, no repito lo que me parece acertado, porque todo me gusta (en lugar de recoger citas, mejor lo leemos de nuevo) pero comento algo al respecto.

-Lo del estado interior, es muy interesante: no poner en lo exterior. Aquí se llama «nivel de conciencia»: es un lenguaje atrevido, del «mundo», no escolástico. Es de otro nivel: laical. Apto para no creyentes. El creyente puede sacar más partido.

-La paz independiente de lo exterior, por ejemplo estar en el ojo de un tornado sentado en una silla y gozando de la calma viendo que todo se mueve, es algo que hemos de aprender, y poder enseñar a dar a los demás, pues pienso que es causa de stress, cáncer y otras cosas como depresión…

-La vida espiritual empapa la sensibilidad. Digamos que el que ama tiene mejores sueños (teoría mía), no sueña cosas que no tienen que ver con su vida, y por tanto evoluciona hasta lo no consciente, lo instintivo, etc.

 

  1. Felicidad como gozo en la verdad, contemplación y gusto por lo bueno… Así, las virtudes «teologales» son llamadas «cristianas»: esto me parece fundamental. Es lo propiamente cristiano. Forma brillante en la expresión de cómo nos hacen felices.

 

  1. -«Lo contrario del amor es el miedo». Tema para el diálogo… no es evidente, aquí está muy resumido. Entiendo que hay dos cosas por lo menos:
  2. a) la ignorancia está clara en la oración de Jesús en la Cruz («no saben lo que hacen») y es fuente de perdón o al menos materia o tema, o incluso causa: «Padre, perdónales!». Esta semana leíamos en la misa que Pedro hace lo mismo al decir que «matasteis a Cristo por ignorancia»… y es sin duda por miedo que tenían de los romanos y por miedo a cambiar su fariseísmo… sus creencias etc., en lugar de buscar la verdad. Hay miedo a la verdad…
  3. b) la frase de la Madre Teresa lo entiendo en el sentido de que la vida es aprendizaje, de que «lo mejor está por llegar». El alma se enriquece con ello y nada le duele a ella. Aún no conozco mucho el platonismo y lo oriental, pero me permito aquí un comentario, junto a lo de los «ceros» y «cientos» de un poco más arriba, me permito matizarlo con mi opinión, que le doy un punto nuevo para facilitar respuestas:

 

  1. Como ya dijo Gonzalo en el prólogo anterior, discrepamos en que el nivel de sufrimiento haya de ser 0. A mí me parece que hay que sufrir (amar es también sufrir, sin ser masoquista), pero integrar eso en lo más profundo del yo espiritual, por tanto mi espíritu no sufre, ni mi mente aconsejada por él, pero sí mi afectividad y pasiones que componen también mi «yo»… sé que aquello es necesario, es para bien, sé que saldrá algo bueno, pero eso mitiga el sufrimiento, y aunque la mente y espíritu no sufra, «yo» sufro… menos, pero sufro.

 

  1. La distinción entre amor y cariño (espíritu y emoción) ya tratada en el «prólogo», es también muy interesante para el diálogo. Sustancialmente lo comparto. Ignoro aún lo de la inmanencia del amor, de que el amor está en mí y no en el objeto amado. Esto mismo dice Ibn Arabi, y pasa a Dante, Garcilaso… pienso que quizá Averroes y al inmanentismo moderno.
  2. a) El problema es: el amor para mí es participar de Dios, esencia divina que podemos albergar y que nos asimila a Dios de quien somos imagen, a lo largo del crecimiento.
  3. b) Puedo dar la vida por otra persona, pero el amor es algo interior mío, la otra persona me lleva en su amor, yo la llevo a ella en mi corazón.
  4. c) ¿Hasta que punto hay una unidad entre los que se aman? En el caso de Dios, está la inhabitación que ya veían los árabes. Pero en el amor humano, los árabes ven la persoina amada como un «pretexto» de unión con Dios. Me gustaría poder definir mejor hasta que punto hay alteridad al mismo tiempo que interconexión, estar uno en el otro.
  5. d) Ese amor es eterno. De manera que sigue más allá de la muerte. Si es así, cuando uno muere sigue unido al otro, que no necesita morir (al contrario de los amores sensibles o románticos).
  6. e) Se ve que hay un cierto apego pero no mucho, una libertad pero sin indiferencia… algo difícil de explicar, y mucho menos encerrar en un «bote» o definición simplista… Tiene algo mágico y nos impulsa a más allá. Pero no es un pretexto para la contemplación… es algo más… camino al Todo. Pero sin dejar la persona amada. Abre puertas, pero nos acompaña siempre…

 

  1. Genial la frase, siguiendo el discurso, de que «es feliz quien elige el amor como motivación de vida de servicio y libertad».

-El cariño se integra en la verdad, eso resuelve aparentes discrepancias o contradicciones (somos muy contradictorios, a veces, pues la cabeza y corazón se contradicen con frecuencia…, pero el espíritu de contradicción nos ayuda a crecer, es la misma vida… no nos conocemos y necesitamos como ese revuelto interior).

 

7, Cosas concretas, o consecuencias:

  1. a) ocuparnos de las cosas sin preocuparnos (los lirios del campo… sermón de la montaña, en Mateo 6). Es precioso poder comunicar este ideal de una vida sin preocupaciones…
  2. b) no tiene que ver la felicidad con la consecución de los deseos (sí con los sueños, pero es ya algo espiritual, que está muy unido a la esperanza).
  3. c) el amor espiritual trasciende espacio y tiempo (el sensible necesita la presencia, pero puede integrarse en el otro, aunque sufra)
  4. d) lo fundamental es dejar las riendas de la vida en manos de Dios, energía divina que fluye, que los cristianos llamamos Providencia, que «Dios está aquí» (Joan Maragall, en «cántico espiritual», siguiendo a los existencialistas, y T. de Chardin va en esta línea).
  5. e) el amor con libertad y verdad es lo plenamente humano, que nos hace crecer y nos diviniza.
  6. f) lo demás, hay que educarlo e integrarlo en el yo espiritual, y así el gusto viene con lo más alto: «gustad y ved qué bueno es el señor», el corazón tiene sus razones (Pascal) que despiertan la razón. ¿Quién podría separar la intuición amorosa de la racionalidad, sin que ella necesite razonamientos?

 

Me pasan un relato, que va en la línea de que es algo interior lo que nos hace felices…

 

Uno de los tantos cuentos de la felicidad dice:
Un día los dioses se reunieron para hacer a los hombres a su imagen y semejanza.
Uno de ellos advirtió:
“Si los hacemos a nuestra semejanza, serán fuertes, invencibles, sabios y eternos. Entonces estaremos creando dioses que después querrán destruirnos. Debemos, pues, quitarles algo para hacerlos diferentes a nosotros”.
El segundo propuso:
“Hay que arrebatarles la felicidad para que aprendan a encontrarla”.
El tercero opinó:
“Tenemos que esconderla donde ellos no lo imaginen, para que les cueste alcanzarla. Si la ponemos en la cima de una montaña, subirán incansables hasta ella, los que sean fuertes y no se dejen vencer por la fatiga y el desaliento. Si la escondemos en el mar, los sabios y astutos abrirán un camino a las profundidades a fin de encontrarla y poder volver a salir. Si la ocultamos lejos, los constantes y tenaces llegarán a ella tarde o temprano. La haremos fugaz por los que quieran soñarla eternamente”.
“Entonces, ¿dónde habremos de esconderla?”, preguntaron los otros.
El tercer dios respondió:
“La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados, buscándola fuera que nunca la encontrarán. Saldrán a buscarla en los lugares más lejanos, desconocidos y profundos. Al final, se darán cuenta de que la felicidad estaba dentro de ellos mismos”.
No recuerdo quién escribió esta historia, pero San Agustín dice algo similar cuando afirma que los humanos son necios, pues salen a buscar la felicidad lejos, teniéndola dentro de sí mismos.
La jugarreta de los dioses fue esconder la dicha donde menos lo esperaran los humanos: dentro de su propio corazón.

 

Miguel Pons aporta unas ideas que me ha mandado y copio aquí:

  1. El secreto de la felicidad está en el Amor:

No está la felicidad en nada de fuera, ni siquiera por el conocimiento… como bienes que podamos  alcanzar en esta corta vida. No se debe tener al rico por dichoso solo por sus riquezas –dice San Basilio–; ni al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la salud de su cuerpo; ni al sabio por su gran elocuencia. Todas estas cosas son instrumentos de la virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen la felicidad. Sabemos que, muchas veces, estos mismos bienes se convierten en males y en desgracia para la persona que los posee y para los demás, cuando no están ordenados según el querer de Dios. Sin el Señor, que es Amor, el corazón se sentirá siempre insatisfecho y desgraciado.

Cuando ensayamos otros caminos que no son los de la voluntad de Dios, que no son los que nos ha trazado el Maestro, al final solo se encuentra soledad y tristeza. Lejos del Señor solo se recogen frutos amargos y, de una forma u otra, se acaba como el hijo pródigo fuera de la casa paterna: comiendo bellotas y apacentando puercos. En Cristo están ya presentes todos los bienes que constituyen la verdadera felicidad. «“Laetetur cor quaerentium Dominum” —Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.

El amor con minúscula será una participación del Amor divino, que en nosotros no es una inclinación instintiva, es una decisión consciente (siente, piensa y obra con conocimiento de sus actos y de su repercusión) de salida de uno mismo, con la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad conviene desprenderse de todas las cosas, y sobre todo de uno mismo, dar gratuitamente… Esta desposesión de uno mismo es fuente de equilibrio. El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empobrece, hace el propio horizonte más pequeño. Cuanto más damos, más nos enriquecemos. Esto es el secreto de la felicidad.

Cuando se trabaja única y exclusivamente por amor, para gloria de Dios y bien de los demás, todo se hace con naturalidad, sencillamente, como quien tiene prisa y no puede detenerse en “mayores manifestaciones”…   Como quien tiene prisa, así hemos de pasar de una labor a otra, sin detenernos demasiado… (con ideas de san J. Escrivá).

La Virgen es modelo de ese amor, a ella se aplican las palabras bíblicas: «Como vid eché hermosos sarmientos y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos. Yo soy la madre del amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Venid a mí cuantos deseáis y saciaos de mis frutos. Porque recordarme es más dulce que la miel, y poseerme, más rico que el panal de miel».

Ella está a la escucha, vive la oración abierta a lo que Dios le pida. Es ejemplo de búsqueda de vocación también para nosotros, para descubrir la misión que Dios me da en la vida, el punto central de la vida, el eje sobre el que se organiza todo lo demás. Es como la llave que abre las puertas de la felicidad verdadera, pero vemos que uno puede quedarse en una ignorancia, no evolucionar hacia el servicio, que sería el camino para ser felices, para evolucionar hacia el amor y harán felices a otros muchos.

«Todos los hombres son amados de Dios, de todos ellos espera amor. La vida corriente y ordinaria no es cosa de poco valor: todos los caminos de la tierra pueden ser ocasión de un encuentro con Cristo, que nos llama a identificarnos con Él, para realizar –en el lugar donde estamos– su misión divina. Dios nos llama a través de las incidencias de la vida de cada día, en el sufrimiento y en la alegría de las personas con las que convivimos, en los afanes humanos de nuestros compañeros, en las menudencias de la vida de familia. Dios nos llama también a través de los grandes problemas, conflictos y tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de gran parte de la humanidad» (san Josemaría).

Por último, habría que ver el llamado éxito o fracaso desde la perspectiva de las Bienaventuranzas, que descalifican las usuales valoraciones humanas que ven en la felicidad terrena la bendición y premio de Dios y, en la infelicidad y desgracia, el castigo. Contienen, en germen, todo el programa de perfección cristiana. En todos los tiempos las Bienaventuranzas ponen muy por encima los bienes del espíritu sobre los bienes materiales. Sanos y enfermos, poderosos y débiles, ricos y pobres… son llamados, por encima de sus circunstancias, a la felicidad profunda de quienes alcanzan las Bienaventuranzas de Jesús. La pobreza con el espíritu señala inteligencia al sentir la propia indigencia,  humildad al no tener en mucho considerar méritos propios y confía solo en esa fuerza divina, que es misericordia.

 

Consideraciones de Rafael Gómez

14 abrYo percibo que en este Grupo al que tan amablemente y quizás tan inconscientemente me ha invitado Llucià, soy un contrapunto «laico», agnóstico y algo perturbador.

Pero me va la marcha entre tanta gente inteligente y profunda, y siempre estáis en el derecho de correrme a gorrazos si armo demasiado lío.

Creo que vuestro planteamiento sobre la felicidad, fundamentado en la fe religiosa, tiende a describir un estado de cierta permanencia, de cierta estabilidad, cuando se llega a él. Creo que lo planteáis como una meta, o un fin, que se consigue con una serie de herramientas que describís en las intervenciones que me preceden.

Sin embargo yo veo la felicidad como una “sensación”. Y como cualquier otra sensación, la veo muy transitoria, pero recurrente. Hoy hace frío, mañana hace calor; hoy me siento feliz, mañana me siento triste o apenado.

Incluso me parece algo soberbia esa aspiración de felicidad permanente, que también ofrece algunos perfiles de falta de caridad. ¿Se puede ser permanentemente feliz basados en una espiritualidad religiosa, evadiéndose de tanta desgracia ajena? Dicho de otra forma, ¿podemos abstraernos en nuestra búsqueda de la felicidad con los medios que proponéis, de situación penosas del prójimo? Y si no podemos abstraernos de esas situaciones ¿es posible ser felices teniéndolas presente?

Yo creo que el punto de debate en este tema estaría en el planteamiento de la esencia del “status felix”. Yo creo que plateáis un status abstracto, con reminiscencias místicas (estado de arrobo), imposible de concretar en la práctica, a menos que el arrobo lleve al aislamiento de miles de situaciones que nos apenan cada día, propias y ajenas.

No sé si me expreso de manera entendible. Quizás vosotros estéis en la “macro-felicidad” y yo esté en la “micro-felicidad”; pero veo inseparable mi propio estado –mi propia sensación- de cualquier elemento perturbador ajeno, y me resulta imposible sustraerme a apenarme o a alegrarme, casi cada hora, en un ejercicio permanente de “ahora soy feliz, ahora no tanto”, como aquel beodo que saltaba el arroyo que separa Pinto de Valdemoro, diciendo: “ahora estoy en Pinto; ahora en Valdemoro”. Hasta que se cayó al arroyo y gritó: “y ahora estoy entre Pinto y Valdemoro”.

Creo que se me entiende….

Esta fue la respuesta de Llucià Pou a Rafael:

Hola, Rafael!

Sigo animándote a decir tu opinión, que de bien seguro enriquece el diálogo.

Apunto algunas ideas que señalas, por si pueden servir para dirigir esta «orientación» que sugieres.

  1. Sobre la «base» en la fe religiosa:
  2. a) efectivamente se tiende a «un estado de cierta permanencia, de cierta estabilidad, cuando se llega a él. Creo que lo planteáis como una meta, o un fin, que se consigue con una serie de herramientas que describís en las intervenciones que me preceden». Sí, en esta vida sería no un estado, sino una aspiración, y camino, trayecto, en el que hay momentos de probar eso, y otros de esperanza, etc.
  3. b) no sería la «base» la religión, sino la verdad, es decir una cuestión antropológica… y por tanto un tema a discutir.

 

  1. Dices que te inclinas por una felicidad de un perfil menos alto, algo así como una sensación. Hay mucho material sobre el tema, pues los powerpoints y videos recurren con frecuencia a este tema, que se puede desglosar como hace el siguiente: http://www.youtube.com/watch?v=xNKGTKzUfCM. Para mí, es necesario buscar una especificidad de la felicidad, para no caer en un bienestar genérico… Naturalmente, en esa sensación no puede excluirse la religión, como otras formas de goce, como el ejemplo que sigue: «¿Qué es la felicidad?, no lo sé exactamente. Sólo sé que hay veces que me levanto de la cama con ganas de comerme el mundo y me siento dichosa, grande, fuerte. La sonrisa se me sale de la cara. Y todo esto me pasa sin tener un motivo muy claro. Sin embargo, también hay veces que creo que es el mundo el que me está comiendo a mí, masticándome, sin ni siquiera pararse a mirarme, comprenderme y mucho menos, consolarme. La tristeza me invade. Pero te confieso una cosa. En esos momentos cuando he ido a una Iglesia, salgo de allí y vuelvo a ver el mundo pequeño y también magnífico. Entonces me siento dichosa porque he recordado algo que no debí olvidar ni por un momento: Cristo está ahí, en la Iglesia, siempre que lo necesite, y mientras esté junto a Él, jamás permitirá que nadie me doble o me haga infeliz”. Nos olvidamos con frecuencia de realidades que nos han hecho muy felices en el pasado. Relegamos al último lugar aquello que, de estar en el primero, transformaría nuestra tristeza en gozo (firma Teresa. Citado en ¿Qué es la felicidad?, de M. de Andrés. Dostojewski en El idiota dice muchas cosas al respecto, como la madre que se santigua cuando ve al niño sonreír, pensando en la felicidad del pecador que arrodillado se arrepiente.

 

  1. ¿Se puede ser feliz con lo que hay por el mundo? Interesante cuestión. Los franceses huyen por eso de la palabra felicidad, que aparece como egoísta, y se inclinan por «bonheur» o algo así, un tener buenos momentos. Plenamente de acuerdo. Eso elimina una espiritualidad demasiado «gnostica», basada en un estar «iluminados», en que los demás sean como un pretexto para encontrarme yo feliz. Está claro. Sin embargo, incluso formas aparentemente «inmanentistas» como pueden ser algunos árabes, los estoicos con su apatheia o los budistas, buscan en realidad una «bondad del corazón», que incluye eso que dices de la preocupación por los demás, que será para el cristiano como la norma personalista que dijo Kant y que resume el Evangelio: «hay más alegría (felicidad) en dar que en recibir). En la siguiente respuesta o comentario, que procuraré poner después de este, diré mi opinión al respecto (que publiqué hace un tiempo en La Vanguardia, periódico español, como réplica a una psiquiatra que ahí publicaba unos días antes, absolutizando el aspecto psíquico.)

 

  1. Propones algo «esencial» que no sea «abstracto», pienso que en ello estamos. Y hay que avanzar, claro. No entre pinto y valdemoro (pueblos pegados cercanos a Madrid, donde hace poco tomé algo en un bar, de viaje para el sur…), sino con las «micro-felicidades» hechas en el día a día y a base de cosas pequeñas. Me parece interesante, pues ahí está ese «Dios de las cosas pequeñas» (hay libros y canciones dedicadas a eso, pues es una orientación muy interesante), que puede decirse de muchos modos, ese Algo que llena del todo…

Publico aquí seguido otra respuesta, al hilo del punto 3 que decía Rafael, sobre la «esencia» que no sea «abstracta», y yo añadiría que no «absolutice» un aspecto, pues nos fanatizamos, y por ejemplo una chica que hacía monte me decía que ahí estaba todo para ella, subir montañas… otro será rezar, otro el trabajo… pero pienso que la armonía, el equilibrio, sería algo así como lo que sigue:

¿Qué factores determinan la felicidad del ser humano?

(la cita de Xaro Sánchez es sobre un artículo que ella escribió en «La Vanguardia»)

El cerebro humano incluye por defecto la capacidad de sentir felicidad, que eso es imprescindible para la adaptación y la supervivencia: “En cada momento los mecanismos que regulan el estado de ánimo van recogiendo si disponemos o no de lo necesario para vivir” (Xaro Sánchez), y en esta inter-actuación psico-emotivo-somática en “la corteza cerebral es lo que imprime nuestro grado de bienestar subjetivo”, con algunos “picos” de infelicidad o gozo y en general un “grado moderado”, de rutina diaria. Junto a esto, se dispone “de una gran capacidad de adaptación a las contrariedades vitales” (resiliencia). La felicidad no está en las cosas, sino en nuestra actitud ante ellas (aceptarlas, para reconducirlas), “procesos íntimos o endógenos”, el hombre sólo puede experimentar la auténtica felicidad en la propia interioridad (Boecio). Como el burro detrás de la zanahoria, nos lanzamos a metas que siempre plantean un más allá, como el mito de Aquiles siguiendo la tortuga (que cuando llega donde estaba, ésta se ha ido más adelante y es el cuento de nunca acabar). No hay vida peor que una vida sin esperanza, o una esperanza sin fundamento. Hoy día se ve que las cosas externas como bienes materiales, dinero, cierto estatus no son determinantes, la ambición concreta que nos hemos propuesto alcanzar no causa la felicidad, pero también se confunde la consecuencia con la causa, cuando se dice que lo crucial es tener ganas de luchar por alguna cosa, cuando en realidad, es cuando uno está feliz, cuando emprende proyectos con ganas, y no al revés. Pienso que hay como tres “mónadas” que determinan el equilibrio-armonía que llamamos felicidad, que va mucho más allá de la estabilidad emocional, y otros aspectos de la misma: 1) salud corporal-física; 2) mi entorno, la historia y 3) salud interior-psíquica-espiritual. Cada uno de ellos tiene a su vez 3 puntos, y nos detendremos en el último apartado, porque al componer lo más esencialmente humano, constituye el secreto de cómo ser feliz siempre:

1) salud “física”, determinada, además de cosas más específicas extraordinarias, por ciertas rutinas cotidianas: a) dormir, b) armonía con las funciones instintivas físicas (supervivencia personal y de la especie): comer, integrar la sexualidad dentro del proyecto personal, c) ejercicio físico aeróbico-vascular.

2) salud “ambiental”, como decía Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias: ésas son también mi historia: a) familia donde nacemos, que nos viene dada, b) ambiente en el que vivimos y escogemos-amigos, clase social, etc.; c) ambiente social, la historia de nuestro tiempo (estamos condicionados por factores higiénicos y otros de tipo médicos, cultura, deporte, ideas dominantes, tecnologías, globalización…). En todos estos aspectos, mirando subidos al gigante de la tradición, vemos más y más lejos…

3) salud “interior”: esta armonía interior comprende: a) la personalidad genética: introvertida o extrovertida, primaria o secundaria, racional o sanguínea, flemática o apasionada…;  b) una psicología sana en el modo de afrontar la vida: visión positiva, adaptabilidad a los cambios, prever algún remanente para llegar a final de mes… que llamamos también carácter, educado a través de las virtudes, al hacer cosas buenas nos hacemos buenos, nos vamos configurando en primer lugar con lo que hacemos, luego con lo que decimos, y en tercer lugar con lo que pensamos; y c) una espiritualidad llena de trascendencia, las potencias espirituales (inteligencia, amor y libertad) que es lo más importante y puede suplir la ausencia de los otros aspectos.

Este sentido espiritual de la persona tiene 3 aspectos: conocer la verdad (la búsqueda de la verdadera sabiduría, es, según Boecio, la verdadera medicina del alma); amar y sentirse amado (lo esencial de la persona); y tener esperanza incluso más allá de la muerte, es decir motivos para luchar en los proyectos, que es el máximo ejercicio de la libertad: el compromiso (para un cristiano, quedan ahí reflejadas la fe, la caridad y la esperanza). Con ello tenemos la armonía de las tres funciones espirituales –trascendentales- de la persona, que son inteligencia, amor y libertad. Interactúan en una realización personal en la comunión, pues la persona no se realiza sola sino como don a los demás, y es importante saber relacionarse, la empatía y formas de carácter sociable: buscando la felicidad de los demás encontramos la propia.

 Llucià Pou Sabaté también escribió este texto, que añado aquí:

La felicidad, ¿un imposible?

Cuentan de un pescador que vivía feliz en un pueblecito costero, y un día al volver temprano de su jornada marinera le dijo un amigo empresario que si volvía más tarde y trabajaba más horas que las necesarias para vivir al día podría, con el beneficio de las ganancias, poder comprar otro barco y ganar más, y así ir montando una factoría para que un día, después de trabajar mucho muchos años, dedicarse a poder vivir pacíficamente en un pueblecito costero, pescar cuando quisiera y poder estar con la familia y los hijos y salir al bar y pasear con los amigos al anochecer, y charlar y disfrutar de una noche estrellada… –“¿Para qué tanto esfuerzo y tantos años malviviendo, si es lo que hago ya aquí?” La contesta del pescador no dejaba opción de réplica.

El otro día hablábamos un grupo de amigos sobre las expectativas de felicidad que tenemos en la vida, y de las posibilidades que ofrece la educación para enseñar a aprender a ser felices. Quizá la primera cosa que tendríamos que saber enseñar es que no nacemos felices o desgraciados, sino que aprendemos a ser una cosa u otra, dependiendo de nuestras elecciones personales y no de las circunstancias externas.

Decía uno de los contertulios que estamos todos enganchados como en la película “Matrix” a una esclavitud. Hemos de estar todo el santo día produciendo: subir, tener éxito, un nivel de vida adecuado, para alimentar la vaca sagrada del Estado del bienestar, que nos dice que nos matemos trabajando (como una Multinacional, nos paga viajes y un buen coche y una buena casa para después chuparnos todo lo que puede y devolvernos la cáscara de nosotros mismos cuando ya no les hacemos falta); y entonces seremos felices… mientras, quizá hemos perdido la salud a causa del estrés o se ha separado la familia por falta de dedicación. Y alimentados con estos proyectos temporales que se toman como metas absolutas -perdido del horizonte la trascendencia y el amor para siempre, que da sentido a la vida-, nos dejamos deslumbrar por eslóganes publicitarios: aspiramos comprar un coche que –como anuncia la modelo de turno- si lo tienes “flipas” de gozo, y así entre productos y “momentos Nescafé”, “sonrisa Profident”, y “cuerpos Danone” vamos poniendo en ellos el objetivo de nuestros amores… Y uno se deja llevar por las cosas que ofrece el mercado de consumo, pues si no se produce se ha de consumir, y así seguimos enganchados al sistema, con un frenesí por consumir productos o entretenimientos que nos ofrece el marketing de las empresas y seguimos alimentando la vaca sagrada. Si viene una depresión como consecuencia de la frustración continua de no encontrar lo que buscamos, de sentirnos engañados por la publicidad, podemos siempre aliviarnos con las vías de escape que se nos ofrecen (sexo, alcohol y drogas) o las pastillas descritas por A. Huxley en “Un mundo feliz” (allá se llamaban “soma”, nosotros tenemos el Prozac o cualquier otro generador de serotonina).

Muchas penalidades, por no decir todas, nos vienen por buscar de manera equivocada la alegría, y mucha gente necesita recuperar “el gusto de la felicidad”. Es verdad que no será nunca completa en esta vida, aunque hay razones más que suficientes de alegría para estar contentos, y la clave es saberla descubrir en cada momento y en cada circunstancia. No hay recetas. Pero sirven algunas cosas, como por ejemplo valorar las fuerzas positivas de nuestra alma, lo bueno que hay en todo: con agradecimiento por las cosas que tenemos, como levantarnos cada día gozando de ver tantas maravillas, poder aprender de tanta gente que nos rodea… Como también somos felices cuando no nos cerramos en nuestros errores sino que los asumimos, para transformar el fracaso en victoria aprendiendo, convirtiéndolo en experiencia. El secreto es no cerrarnos sino abrirnos a los demás sin desconfianzas, comprendiendo a cada uno tal como es y buscando no lo que separa sino lo que une. En definitiva, hay que tener un ideal, alguien a quien amar y que centre nuestra existencia y hacia donde dirigir nuestras mejores energías, y dar cada día un paso.

Decía san Josemaría Escrivá que quizá no hay nada más trágico en la vida de los hombres que los engaños sufridos por la corrupción o falsificación de la esperanza; y que lo que importa para ser feliz no es una vida cómoda sino tener un corazón enamorado. El amor es preocuparse por buscar el bien del amado y esto es lo que hace feliz: lo que cuenta no es tanto lo que hacemos, sino el amor con el que lo hacemos. La vida se convierte así en una canción que tiene una letra y una música. La letra puede volverse cansina y monótona si no fuera por la música que es el amor que ponemos en todo, y así de algo que sería rutina se hace una canción entusiasmante, nuestra vida entera es una canción de amor.

 

También escribió algunas cosas sobre el fundamento de esa búsqueda humana de la felicidad.

 

Ahora quería aportar lo que me manda Nieves sobre el tema. Quiero subrayar que las razones son pobres cuando no hay vivencia, y que las vivencias son pobres cuando no hay trama argumental de fundamento. Así, la antropología se une a la psicología, abierta a la trascendencia a partir de nuestras experiencias. Pienso que esa metodología (que usa el Vaticano II por ejemplo) está muy bien conseguida en el texto que aporto a continuación. Saludos!

 

Pensaba sobre el ser feliz o infeliz, y llegue a la conclusión de que  la felicidad hay que currársela, no sale de la nada, hay que buscarla y trabajarla. Como decía Sócrates,  la felicidad no está en buscarla, sino en pasar por la vida repartiéndola. Si la buscamos de forma vertical siempre querremos más. Eso pienso que fue lo que le pasó a uno que conozco, al que el amor de su familia se le quedo corto. Hay que buscar la felicidad  de forma horizontal, hombro con hombro, en la gente que te rodea, en intentar hacerles feliz a ellos. Hacer la vida mas bella, mas buena, a aquel que está a nuestro lado. Las personas con éxito no son los que ganan millones sino los que se entregan para hacer felices a los demás.

Es importante tener un buen maestro y yo voy encontrando en quienes confiar. Como los buenos capitanes que llevan  a los marineros en su barco y enseñan sus trucos, yo quiero aprender de ellos, copiar lo bueno, imitarlos y ser como ellos, alma de entrega para vivir cumpliendo mi misión. Es importante elegir un modelo, y yo elijo a Jesús que engloba lo que tienen mis modelos y maestros, personas que dan  todo por lo demás y una vez que haya aprendido de ellos, del mejor ser humano del mundo, practicar y practicar.

Jesús, tú me das fuerzas. La vida me ha puesto  pruebas  pero tú me estás enseñando a bregar con ellas. Gracias por estar a mi lado sin dejar que me lleve por el camino equivocado. Tengo miedo, pero pienso que es bueno y que el miedo me prepara para escoger la mejor estrategia y así protegerme. Aprovechar ese miedo que siento en positivo, transformarlo en fortaleza, fortaleza para conquistar. Ya he saboreado el miedo de ser una persona dependiente y sometida, un miedo que cambia la realidad hasta el punto de que llegas a dejar de quererte y piensas que no te quieren y empiezas a vivir una lucha contra ti misma para conseguir que te vuelvan  a querer y demostrar que vales.  Debo aprender a  vivir con mis miedos, que van desapareciendo poco a poco  y aprendo a  gestionarlos porque creo que es el mayor obstáculo para conseguir llevar a cabo mi misión. Siento que es normal y humano sentir miedo, la vida me complicó mucho las cosas, me puso trampas y quizás me hizo perder el norte pero estoy aquí tratando de vivir buscando el equilibrio, que si pierdo el tiempo pierdo la vida y si me llaman loca no me importa porque ya se cual es mi misión en la vida.

 

 

Hasta aquí el texto. Más arriba, y en el otro tema llamado «prólogo», que bien podría llamarse «prólogo a un crecimiento interior», ya se habla de ese sentido de misión que vamos descubriendo; en este texto de más arriba se aprecia todo esto de modo vivencial, ese ir creciendo en el servicio y el amor, sin importarle a uno las cosas de fuera, sin dejarse llevar por las circunstancias. Quiero poner aquí en breve lo que podríamos llamar «obstáculos para ese crecimiento», que es dejarse llevar por el cerebro inferior (con su memoria enorme de traumas y emociones). También quiero aportar lo que sería un ejemplo de confiar y aprender a amar. Saludos!

anoto como dije lo que supondría el sentido de «motor de arranque» de la felicidad, o bien el afán de gloria y belleza del corazón humano que nos hace soñar…

Esta redacción corresponde a una transcripción de una meditación que di, al comienzo de unos días de retiro, y tiene algún componente espiritual (26 de junio, día de san Josemaría, donde quise hablar de este tema en relación con la filiación divina). Los textos que corresponden a la misa de aquel día me parece que vienen bien para dar esa perspectiva cristiana al tema filosófico. Saludos! Ahí va:

 

LIBERTAD Y ALEGRÍA DE LOS HIJOS DE DIOS

 

 

Hoy oiremos en la misa del fundador del Opus Dei, la misa de San Josemaría: “Oh Dios, que has suscitado en la Iglesia a San Josemaría, sacerdote, para proclamar la vocación universal a la santidad y al apostolado, concédenos por su intercesión y su ejemplo, que en el ejercicio del trabajo ordinario, nos configuremos a tu Hijo Jesucristo, sirvamos con ardiente amor a la obra de la Redención”. Metidos en el mundo, queremos identificarnos con Jesús.

Ahora se habla mucho de la felicidad…, y ¿qué factores determinan la felicidad del ser humano?: unos hablan de la salud; otros, entran en campos de encontrarse a si mismo… Hace poco pensé que la felicidad, no se puede ver sólo con una perspectiva, porque el problema de este mundo es que absolutizamos un aspecto. Decía una chica que en una montaña nos la encontramos en una excursión con un grupo de gente: “para mí, la montaña es una religión; ahí me encuentro…” ; en fin, se encontraba con  Dios, a través del ejercicio…

Tiene muchos aspectos: algunos son más corporales, porque el hombre es un compuesto de cuerpo y espíritu: veremos tres aspectos en la salud física, tres en el social y luego veremos tres en la interioridad.

  1. Empezando por la física: estar bien, “el bienestar”, que, por supuesto, tiene que ver con ir al médico, con incorporar la corporalidad, la sexualidad, dentro de la armonía vital; es la alegría en la vida cotidiana, en el campo de la comida: las mujeres saben muy bien que la comida es parte importante de la vida, por eso la cuidan la, son artistas en este campo; y por tanto, a) la comida “comer bien”, es un aspecto importante. b) dormir: otro aspecto importante, porque el orden en los ciclos de trabajo-descanso-dormir, etc… sin duda es importante para la salud biológica, para el bienestar… Y c) el ejercicio aeróbico-vascular, diríamos, no?, es decir, mover tanto los pulmones cómo el corazón. Por tanto, es bueno que saquemos tiempo para caminar…todo esto, sería un primer campo; hay que cuidarlo, no podemos ser espiritualistas, ser angélico no sirve. ¿De que sirve –como pasa a veces- comer mucho, trabajar mucho y morirse a los cincuenta años de corazón? ¡No, hay que cuidar la salud!
  2. Después hay un segundo campo, que es la salud que podríamos llamar ambiental; porque, como decía Ortega y Gasset: “Yo, soy yo, y mis circunstancias”. También aquí hay tres aspectos. Por eso se nos habla tanto de cuidar a) la familia, que es el primer campo donde la gente puede ofrecer una armonía vital, que llamamos felicidad. b) la amistad y el ambiente en que la gente escoge: por supuesto los colegios, estos sitios en donde se crea un ambiente que va perfeccionando la personalidad de la persona, de los hijos, etc… El ambiente que uno va escogiendo a lo largo de la vida, es muy importante; y de este ambiente, de este “humus” se va alimentando la persona y va encontrando esta felicidad. Y luego, c) la sociedad: Amar al mundo -ya hemos hablado un poco de esto: las  circunstancias generales, globales de este mundo…, también sus defectos: pues… la falta de espiritualidad, el deseo de solidaridad es positivo pero cuesta concretarlo; y sus virtudes: el afán de respetar la dignidad humana; la globalización: ponerse en contacto todos, las facilidades de la comunicación…Todas estas cosas, sin duda, son parte de este ambiente en el que nos movemos.
  3. Pero el más importante, es el ámbito diríamos de vida interior. Dentro de él hay también tres aspectos: a) la psicología, la genética de una persona que compone, hecho por el ADN, su personalidad, hace que unas personas sean más introvertidas, más reflexivas… Cada uno tiene sus cualidades.
  4. b) Después viene el carácter: cómo se va formando, configurándose a través de las virtudes…Dijo una persona que se había desahogado: “Ya no quiero seguir hablando mal, porque en la medida que yo hable mal, ahora, me estoy configurando negativamente”. Es importante, a través de las virtudes humanas, ir creando un carácter sano, alegre, abierto, un carácter que tenga esas virtudes que vemos en Jesús….
  5. c) Y por último, lo más importante para la felicidad, es esa salud espiritual. –Hemos visto la salud exterior, ambiental, y a la hora de contemplar la interior, destacamos la personalidad, el carácter, y ahora subrayamos lo más digno de la persona, la espiritualidad. Sin duda, una persona es feliz cuando tiene tres cosas: *) un afán de la verdad, que lleva a la inteligencia a desarrollar esa inquietud. Después, **) un sentirse amado, fruto de un amar; el amor, sin duda, es lo más importante de la vida, una vida llena es una vida que ama. Una vida enamorada, cómo dice aquí la primera lectura: “Recuerdo tu cariño de joven, tu amor de novia cuando me seguías por el desierto, por tierra y hierba…”. Es decir, el entusiasmo en el amor, es lo que da sentido a la vida; y después, ***) una esperanza que vaya más allá de la muerte. Una esperanza que comprometa la libertad en un proyecto que no sea condicionado por el: “luego”, “ya veremos”, “mañana”. “Hoy sí, mañana ya veremos”. Sino, una esperanza, que comprometa la libertad hasta la muerte, más allá de la muerte.

Sin duda veo en estas tres cosas (inteligencia para buscar la verdad, amor y ser amado, esperanza con sus sueños y libertad) que son para un cristiano las tres virtudes teologales. Es muy importante la fe, porque al enfrentarse al dolor, o morir una persona, si no hay apertura a la esperanza, a la vida más allá de la muerte, toda explicación está coja, toda felicidad es imperfecta. En cambio, para un cristiano, estas tres cosas que hemos dicho para todos, es evidente que el afán de verdad es insaciable, y no hay nada que pueda saciar los afanes de la inteligencia, sino la visión de la fe que va mucho más allá.

El amor, y sentirse amado por completo, tiene un sentido de infinitud, de absoluto, de “para siempre”, y en el sentido de la existencia, amar es participar de un Amor es la caridad: “Dios es amor”, el amor es participar de Dios.

Y la esperanza cristiana, cómo dice el salmo del Buen Pastor: “El Señor es mi pastor, nada me falta….” Es un salmo muy bonito; es un salmo que, con sus cuatro estrofas, va tocando todos los aspectos de lo que llena una vida llena de esperanza. Cuando la cosa va bien, “te lleva a verdes praderas, te hace reposar”; cuando hay dificultades, dolor, muerte… “aunque pase por valle tenebroso, no me da miedo nada, porque tú, Señor estás conmigo, tu vara y tu cayado me protegen”.

La siguiente estrofa nos habla de la alegría de la Eucaristía: “Me unges, me preparas la mesa, llenas a rebosar la copa” -en sentido de participar del encuentro con el Señor-.

Y después la gloria; la esperanza, lleva siempre a la Vida: “Y viviré a la casa de Dios, por años y años”; toda la eternidad… etc.

Un salmo de unos siglos antes de Cristo, pero que contiene ya, en sí, todos los componentes de la esperanza cristiana, los distintos aspectos: de deseo de implicarnos, convivir con Él, de vivir con esta felicidad, aquí; participar de la Eucaristía, de las primicias… del alimento del amor, del alimento de la vida eterna, y la gloria. La gloria para siempre.

Eso sería un cuadro de todos los aspectos, desde los más sencillos, hasta los más profundos; una persona aunque esté impedida físicamente, o psicológicamente tenga  dificultades, o tiene una dificultad ambiental muy grande, cómo san Juan de la Cruz en la cárcel; aunque no tenga libertad exterior puede tener libertad interior, según lo que hemos dicho (las tres virtudes), puede ser feliz. Una persona para ser feliz, necesita todos los componentes, pero esencialmente este último componente espiritual (inteligencia, amor, libertad-proyectos-esperanza).

¿Es posible que haya alguien que no tenga deseos de ser feliz? Pienso que esto nos lleva a analizar algo más. El deseo de tener deseos. El deseo de sublimidad, belleza, de ser todo, ser dios. Lo formularía con esta pregunta: -¿Cual es el motor de arranque de lo que llamamos felicidad, deseo de felicidad, de querer la felicidad? Vemos que hay genios, que luchan por obtener un Premio Nobel, y absolutizan su vida en un aspecto: conseguir una investigación. Un poeta, Rilke, le dirá a un aprendiz, que… ser poeta es amar escribir… hasta morir por la poesía, es no pensar más que en aquello: absolutiza un aspecto. Si es un pintor, la grandeza de la creación, consideración de los demás… llena su vida. El pintor más famoso que está hoy día en las subastas, el más caro ahora mismo, es Van Gogh; se mató joven porque no era considerado. Y vemos cómo hay gente que absolutiza aspectos, aspectos de la realidad. Pero en el fondo, quizás ante la apatía de algunos que se encuentran con que no era aquello lo que buscaban, y se desaniman; en el fondo, lo que busca todo el mundo, es un deseo de sublimidad.

El entusiasmo ante la vida, tiene un componente de apertura a la belleza, apertura a algo grande, y eso es lo que da un sentido de ir adelante. Podríamos, incluso, concretar más este motor de arranque, de “tirar palante”: y es que, no puede ser una cosa material, porque todas ellas, llevan a la insatisfacción, siempre se quiere más; tiene que ser algo que responde a recibir la vida cómo un regalo. El entusiasmo, ante la belleza, es acoger la vida cómo un regalo, y, al mismo tiempo, ofrecer la propia vida como un regalo, como un don. Esta es una característica: espiritualidad, gratuidad, la belleza, el encanto…, pero, no nos conformamos con nada pequeño, es un deseo de tener todo, es un deseo de tenerlo todo. Para algunos filósofos modernos que han hablado del “superhombre”, es un deseo de hacerse Dios, de ser Dios. De hecho fue el primer pecado, el de Adán, querer usar ese camino de un modo equivocado. El hombre moderno repite el pecado de Adán y Eva: -“Seréis cómo dioses”, les dijo el demonio.

San Josemaría nos hablaba, en una homilía sobre “filiación Divina”, de “Amigos de Dios”, que teníamos dos formas de endiosarnos: un endiosamiento malo, que es la supremacía del Yo: “Yo, Yo, Yo”, y un endiosamiento bueno: que es, el único camino por el que somos Hijos de Dios, a través de Cristo: Concédenos, Señor, que nos  configuremos a tu Hijo Jesucristo. Y así, este deseo de ser Dios, “la divinización”, será una realidad, no con señuelos falsos, sino, con la Afiliación Divina: Dios, sólo puede tener un Hijo, Cristo, y en Cristo, nosotros podemos ser, Hijos de Dios.

Por eso empezamos estos días de retiro, con este sentido profundo: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su  Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él, no perezca, sino que tenga vida eterna. A cuantos lo recibieron, les dio poder para ser Hijos de Dios, -a los que creen en su Nombre-, que no han nacido del querer del hombre, sino de Dios”. Nacer de Dios. Es decir: este deseo natural de tenerlo todo, es Dios quien lo ha puesto en nuestro corazón, porque es la capacidad natural que tiene el hombre, para ser Hijo de Dios: esta semilla que Dios ha puesto dentro de nosotros, para que vaya creciendo a lo largo de la vida y dé sentido a la existencia, a través de la Filiación Divina.

La Filiación Divina, es la gran revelación de Jesucristo a los hombres, esta semilla que  Dios ya ha puesto en nuestro corazón, en saber que Dios es un Padre que ama infinitamente a sus criaturas; y por eso, hoy, queremos renovar esa petición al Espíritu Santo, para que nos dé un instinto sobrenatural para comportarnos en todo momento, cómo Hijos de Dios. Para así acogernos a su misericordia –cómo diremos en el salmo-: “Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes. Que inapreciable es tu Misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas, se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias; porque en ti está la Fuente Viva, y tu Luz, nos hace ver la luz”.

Es una maravilla esa luz que es el mismo Jesús, que nos abre el sentido de nuestra existencia. Hay, un filósofo, que dice una cosa muy bonita; lo encontré de casualidad, porque… es una intuición que me rondaba a la cabeza: “cuando nos conocemos de verdad, no es cuando nos miramos a nosotros mismos, sino cuando nos miramos en los demás: en la amistad, en la oración…, entonces es cuando encontramos el espejo de la verdad.” Y entonces, al mirarnos en los demás… el diálogo es esto, el diálogo es decir cosas, y según el impacto que recibimos: las correcciones y los comentarios, vamos descubriendo, entonces, quiénes somos nosotros, qué es lo qué queremos decir… Y en el fondo, nos encontramos a nosotros mismos: “Y tu luz, nos hace ver la Luz”.

Lo han comentado mucho los Padres de la Iglesia: “in lumine tua, Domine, videvimus lucem”: “En tu Luz, Señor, descubrimos la luz”. En tu rostro, Señor, descubrimos quienes somos. En el diálogo, en la oración, en el trato con los demás, en el fondo, me descubro a mí mismo: Quien soy yo.

La introspección no ayuda tanto. La mejor manera de saber quiénes somos, es mirarnos en los demás. Mirarnos, sobretodo, en nuestro modelo: Jesús, el Hombre: “Ecce Homo”. Por tanto, la Filiación Divina, explica  toda nuestra existencia.

“El fundamento de la vida espiritual de los fieles del Opus Dei, por eso, es el sentido de su Filiación Divina en Cristo, que se traduce en un deseo ardiente y sincero, tierno y profundo a la vez, de imitar a Jesucristo, Hijo Unigénito del Padre, y de estar siempre en la presencia de Dios. Filiación que lleva a vivir vida de fe en la Providencia, y que facilita la entrega serena y alegre, a la divina voluntad” (san Josemaría). Ese es el gran secreto, de la existencia. También, el Evangelio de hoy, va en esta línea, se nos abren los ojos a esta verdad, nos la manifiesta la Palabra: Se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “Por qué les hablas en Parábolas?”, y Él contestó: “A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los cielos, y a ellos no. Porque al que tiene se le dará, y tendrá de sobra; y al que no tiene se le quitará, hasta lo que tiene.”

Y así, habla de “mirar sin ver, y escuchar sin oír ni entender…”. Siendo una cosa tan sencilla, pues es este secreto de hijos de Dios, que Dios ha puesto en nuestro corazón…, pero ¡cómo cuesta de entender por parte de muchos!

Dicen que, los demonios, se reunieron al principio del mundo y pensaron esconder este secreto de la felicidad, y fueron comentando: -¿Donde lo ponemos para que los hombres no lo encuentren?: -¿En lo alto de las montañas? -No, que irán!, sabrán descubrir maneras de llegar a ellas. –¿En otros planetas? –También son capaces de ir!. –¿Y en el fondo del mar?, -También podrán ir!. –¿Sabes qué?, decía, lo esconderemos dentro del corazón…, porque buscando fuera… se cansarán, y no se les ocurrirá buscar dentro. Es verdad que hay una tendencia de salir de uno mismo, pero el Señor nos habla de entrar luego en nuestro corazón. Salir, para poder entrar. Encontrar ahí una tendencia buena, fuerte, que es la tendencia del bien, y al mirar en nuestro corazón, podemos mirarnos en Jesús, de descubrir este sentido profundo, para que no se cumpla esta cosa de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender, miraréis con los ojos sin ver… porque está embotado el corazón de este pueblo; son duros de oído, han cerrado los ojos para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse, para que yo les cure. Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen!”

Pues vamos a vivir esta Filiación Divina, que lo empape todo: en el modo de hacer la oración, la fraternidad, el apostolado; para poder vivir, en cualquier circunstancia, como hijos de Dios, y llevar esta alegría a la gente. Llenarnos de esta verdad, y que sea el motivo de nuestra existencia.

La Filiación Divina es una verdad gozosa, un misterio consolador. La Filiación Divina llena toda nuestra vida espiritual, porque nos enseña a tratar, a conocer y a amar a nuestro Padre del cielo; y así colma de esperanza nuestra lucha interior, y nos da la sencillez confiada de los niños pequeños.

Siendo tan central, y por eso acabaremos la misa con la oración de poscomunión, donde en la misa de San Josemaría, estamos pidiendo que los sacramentos que hemos recibido, que son alimento de este Amor, de esta Filiación Divina, de santidad…, fortalezca en nosotros el espíritu de Hijos adoptivos, para que, fielmente unidos a tu voluntad, recorramos con alegría, el camino de la santidad.

¿Qué es la santidad, sino esto?: ser Hijos de Dios. Por tanto, pedimos al Señor hoy: “Señor, ayúdame a vivir con ejemplaridad, este sentirme Hijo de Dios. Tu me quieres, en Cristo; que mirando a Cristo me ves a mí. Que mirándome en Cristo, me veo a mí mismo, me veo Hijo tuyo; y Cristo me lleve a vivir una conducta en unidad de vida, sin la falsa naturalidad de acomodarse al ambiente. Vivimos, hemos dicho antes, en el mundo, y no rechazamos nada: el aspecto de salud física, el ambiental, de la familia…allí nos espera el Señor; de las amistades, colegios, ambientes para los hijos, conocer los ambientes de los hijos, participar en los distintos foros, en la vida ciudadana, pues la fe no es para mí ni la vida cristiana egoísta, sino don como la comida, para los demás. Abandonados en la Virgen, le pedimos tener estas virtudes humanas que irradian este sentido de alegría, de paz. Sobretodo alimentarnos de estas “fuentes de agua viva”, que hemos recordado, para vivir esa espiritualidad que arranca del deseo de ser Dios, y que se concreta en las tres Virtudes Teologales, para aplicarlas en el mundo, queriéndolo apasionadamente… sin caer en estas comodidades que a veces vemos en una persona mayor, que ya es difícil de reciclar: “¡Qué mal está el mundo…! ¡Cómo está el mundo!, ¡no entiendo nada!, ¡me quiero morir!”. Pues, no!, queremos vivir, queremos entender el mundo, aunque el mundo no sea como nos gustaría…, queremos este mundo que Dios quiere, ese mundo en el que Dios nos ha puesto; y no soñar otros mundos: una sociedad que se llamaba cristiana, no soñar con lo que llaman, a veces, “restaurar” cosas antiguas, sino instaurar este Reinado de Cristo, que no es externo -de poder temporal-, sino que es interior. Y por eso, la tarea de cristianización del ambiente, en gran parte corresponde a los que con vida interior y formación apostólica son “la sal de la tierra”. Y en sus hogares cristianos es donde combaten las familias esas grandes batallas que luego repercuten en la sociedad civil: un combate silencioso, hecho más de ejemplos vivos que de palabras.

Ya hemos dicho que en la Eucaristía –ahora nos vamos preparando para la misa-es donde las referencias o señales de Filiación Divina que tenemos en la Escritura, se hacen vida en el sacrificio de Jesús; ahí podemos vivir lo que san Pablo habla de dejarse llevar por el Espíritu de Dios, en el cap. 8 de Romanos (como su equivalente en Gálatas, y también san Juan, al comienzo de su Evangelio, y en sus cartas)… Así, dice también san Pablo, en ese cap. 8, será un camino “para vivir en la libertad y la alegría de los Hijos de Dios”: libertad sin miedo, y gloria que aquí es la alegría, la prenda de lo que luego es gloria, felicidad plena.

El termómetro para saber si somos buenos Hijos de Dios, son estas dos virtudes: la libertad y la alegría. ¿Como voy de Filiación Divina? Es como el que se mira la fiebre… Pues vamos a preguntarnos: ¿me siento libre?; ¿sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte, en el mundo? Pues el mundo es mi casa: “Todo lo mío es tuyo”, nos dice el Padre, el mundo está en nuestra casa, sin miedo a nadie ni a nada.

¿Y la alegría? ¿Estoy siempre contento, sabiendo que todo es para bien, pase lo que pase, será lo mejor si acojo esta fe en Dios? Vamos a pedirlo a la Virgen.

Cuando san Pablo habla de este amor, el Papa -al comienzo del Año Paulino, comentaba-: “Tomemos solamente una de sus palabras clave: “La libertad”. La experiencia de ser amado hasta el fondo por Cristo, le había abierto los ojos sobre la verdad y sobre el camino de la existencia humana. Aquella experiencia lo abarcaba todo; san Pablo era libre como hombre amado por Dios, que en virtud de Dios era capaz de amar juntamente con ÉL. Ese amor es ahora la Ley de su vida, y precisamente así, es la libertad de su vida. Habla y actúa movido por la responsabilidad del  amor. Libertad y responsabilidad están aquí inseparablemente unidas; por estar en la responsabilidad del amor, es libre; por ser alguien que ama, vive totalmente la responsabilidad de este amor, y no considerar “libertad” como un pretexto para el arbitrio y el egoísmo. “Con este afán, nos repite san Agustín, más tarde, aquello: -en latín— “Ama, y haz lo que quieras”. Quien ama a Cristo como lo amaba san Pablo, verdaderamente puede hacer lo que quiera, porque su amor está unido a la voluntad de Dios. Vamos a pedir esto a la Virgen: esta libertad y esta alegría de los Hijos de Dios.

Llucià Pou Sabaté

 

Notas de Gonzalo sobre los niveles de conciencia

A ver si este llega tambien ahora.es el mail q faltaba en la cadena.
On Jan 14, 2013, at 1:42 PM, Gonzalo Rodriguez-Fraile <gonrofra@me.com> wrote:

Hola d. Llucia,

Volvi a leer sus mails y antes de comentar este ultimo le ofrezco confirmacion a su intuicion contenida en el anterior de que hay como una grabacion de todas las experiencias humanas.La ciencia sabe que estamos rodeados por un mar de consciencia que nos rodea y de donde emerge toda la materia.La ciencia lo llama el campoA o campos akashicos y se sabe que alli queda todo grabado.Si estuviese interesado en tener mas informacion al respecto hay muchos libros que lo explican bien pero el mejor puede ser «la ciencia y los campos akashicos» de Ervin Laszlo.

Quizas uno de los descubrimientos mas importantes y  relativamente recientes de La ciencia y la filosofia es la existencia de los estados de consciencia.Cada estado representa un campo energetico que actua de forma similar a los campos magneticos o gravitacionales y determinan totalmente todas las decisiones humanas , comportamiento, percepcion cultura,religion y capacidad de comprension. Si no se conocen estos estados no se pueda dar explicacion completa de lo que acontece. por ej ser amable parece algo normal e ineludible para alguien de su nivel de consciencia pero puede parecer una debilidad y un insulto para los niveles mas bajos y por lo tanto una tecnica de comunicacion ineficaz en esos niveles.

Esos estados de consciencia existen antes que el universo material y son los «cursos» que las almas tienen que ir aprobando (trascendiendo).Se sabe que los problemas que surgen en un estado solo se resuelven en el siguiente y asi sucesivamente.Tenemos que reconocer la limitacion de comprension inherente a los estados mas bajos de la misma forma que comprendemos que enseñar fisica cuantica a niños pequeños o a adultos con educacion limitada es simplemente imposible por el momento.

Cada nivel de consciencia es como un programa de ordenador con sus limitaciones por arriba y por abajo.Estos niveles estan perfectamente descritos y medidos y creo sinceramente que el conocimiento en profundidad de estos temas ayudaria extraordinariamente a la Iglesia en su mision.Da mucha Paz a la gente conocer con exactitud el mapa del territorio por donde tienen que viajar.Es una clave importante de los resultados que obtengo en mi servicio.

En cuanto a quien y cuando se puede manipular la materia(«cosas mas grandes hareis vosotros» Cristo), (los milagros no ocurren contra las leyes de la naturaleza sino contra lo que sabemos de ellas, S.Agustin)hay que explicarlo asi: La ciencia ha afirmado que todo lo que existe en el Universo esta construido solo por dos componentes basicos, energia mas informacion o energia informada.Asi como la materia se mide por su peso o por su densidad , la energia solo se puede medir por su frecuencia vibratoria.Se sabe que cuanta mas frecuencia vibratoria mas informacion se puede contener.(como las distintas capacidades de distintos discos duros de un ordenador).Dicho de otra forma, si yo pudiese enchufar una maquina al ombligo de un criminal y subirle artificialmente su frecuencia vibratoria, al instante siguiente seria como Teresa de Calcuta y se saltaria todo el proceso evolutivo de comprension en un instante.Por supuesto que esta maquina no existe y de momento hay que hacer el trabajo con esfuerzo y dedicacion.Pero esto es lo que hizo Dios con S.Pablo cuando lo tiro del caballo.Esto es lo que ocurre con las Conversiones subitas pero no es lo frecuente.

Por ej se sabe que un Alma como la de Al Capone vibra a 120 Mz. por segundo y un Alma como la de Teresa de Calcuta a 700Mz por segundo.La diferencia de Poder y comprension entre una y otra es abismal porque no es aritmetica sino exponencial.Se sabe que a partir de 850 mz por segundo la potencia vibratoria ye es suficiente para manipular la materia.A 1000mz por segundo un cuerpo fisico se quemaria y por ello representa el final de la evolucion o purificacion de un alma en el ambito humano.Los angeles no son seres diferentes de los humanos sino el siguiente paso evolutivo de las almas que ya han finalizado su evolucion humana y deben seguir acumulando informacion de Amor para poder fundirse con Dios cuando termina la evolucion.Existen muchas jerarquias de seres superiores a los angeles antes de llegar a Dios que tienen delegada por El las funciones de creacion, pedagogia y administracion del universo.A esos niveles tambien llegaremos nosotros en su momento.Por lo tanto no todos los Santos pueden hacer esto sino los que calibren a mas de 850 mz por segundo.Muy pocos Santos han llegado a eso hasta ahora ya que lo que nosotros llamamos Santidad comienza a partir de 540 mz aprox.y el misticismo a partir de 600mz( teresa de calcuta, gandhi, buda, tony de mello, lao tse, juan de la cruz).Para este analisis la confesion religiosa de cada uno es irrelevante y a partir de 700mz las diferencias conceptuales entre religiones deja de tener ningun sentido.Como la Verdad es una, todas las diferencias se producen abajo pero no arriba(.Si le interesase profundizar en la descripcion de los niveles de consciencia podria encontrarlo en muchos libros pero recomiendo «el poder contra la fuerza» de David.r. Hawkins)

Desde esta concepcion de las cosas el infierno, purgatorio o cielo no son lugares geograficos sino estados de consciencia.El infierno son los estados inferiores donde todo es dolor , sufrimiento, violencia e incomprension del Amor.Todas las Almas son creadas inocentes(sin informacion) y tienen que pasar por esos niveles de consciencia inevitablemente.Por ej si usted y yo no hemos tenido ni siquiera la tentacion de violar un niño(otros si la tienen) es porque ya lo hemos hecho «antes».Todos tenemos las tentaciones propias del nivel en el que estamos y no otras.Yo suelo decir»dime las tentaciones que tienes y te dire tu nivel de consciencia».Tambien digo que observando la vida diaria de las personas es facil saber cual es su nivel de consciencia.Toda la vida de alguien es un perfecta expresion del nivel de consciencia.

Cuando el Alma se desprende del cuerpo con la muerte del cuerpo fisico y mental, lo que llamamos juicio particular es un proceso automatico y de exactitud matematica donde el alma se situa en su dimension vibracional especifica en ese momento de su evolucion como un corcho flota segun su densidad.

La ciencia sabe que tenemos 4 cuerpos.Todos son parte de mi y todos fundamentales para nuestra evolucion pero unos mas significativos que otros desde el punto de vista evolutivo.No hay que confundir fundamental con significativo.
-tenemos un cuerpo fisico donde experimentamos las sensaciones.
-un cuerpo vital donde experimentamos emociones y sentimientos( en realidad son 7 y todos se coordinan desde el cerebro medio.No se experimentan en el cerebro como antes se pensaba sino que se coordinan en el cerebro medio.

Hasta aqui estos cuerpos son similares a los que tiene un perro y el primero a lo que tiene un cocodrilo y funcionan igual.
-En el ser humano se desarrolla el neocortex o cuerpo mental inferior que nos sirve para pensar en abstracto , cosa que un perro no puede hacer.Por eso vivir desde la razon es mas evolucionado que vivir desde el instinto y la emocion.

-En algunos seres humanos y a partir de un alma de 200mz hacia arriba(nivel de integridad basica hoy solo alcanzado por el 20% de la poblacion aprox.) se empieza a desarrollar el 4 cuerpo que los cientificos llaman de tres maneras diferentes(mente superior, cuerpo supramental o cerebro etereo)Hasta que no se desarrolla esto no podemos usar la intuicion con asiduidad y no podemos desarrollar el «ojo de la contemplacion» de la misma forma que no podemos razonar sin el neocortex.Este cerebro etereo esta mas desconectado del cuerpo emocional que lo esta la mente inferior(morada del EGO) y por eso todo desarrollo espiritual consiste en aprender a utilizar la mente superior(en contacto directo con el alma) en un porcentaje superior a la mente inferior(en contacto con el instinto y la emocion).Si le interesase mas informacion sobre estos temas podria ller»La libertad del Ser» de Annie Marquier.

Por lo tanto ,no esta mal encaminada la idea de que el cuerpo es el vestido del alma en cuanto que el alma es mas significativa pero me parece una disccusion mas semantica que otra cosa ya que los cuerpos fisicos , emocionales y mentales tambien son fundamentales.Lo que si esta claro es que son instrumentos creados para la evolucion de los mas significativos hijos de Dios a su imagen y semejanza que son las almas.Yo me he transformado por entrenarme a vivir desde el alma(cuerpo supramental) y no desde el instinto, la emocion o la mente inferior).No los rechazo pero los pongo al servicio del otro cuerpo mas significativo.

De hecho y espero que esto no suene a escandaloso la clasificacion tan simple entre animales y seres humanos puede revisarse pronto y desdoblarse en 4 categorias:
-animales com solo cerebro limbico(reptiles algunas aves, etc)
-animales con cuerpo emocional(perros ,delfines caballos etc)
-seres humanos con mente inferior(AL Capone)
-seres humanos con mente superior(cerebro etereo desarrollado(usted y yo).

_luego sigue, angeles , arcangeles, maestros administradores, maestros pedagogos, maestros creadores…..Dios).

Intentar conceptualizar a dios es absurdo porque no se puede hacer con los hojos de la mente pero si lo intentasemos mas que pensar en un ser de barba blanca que premia o castiga y que se pone contento o no con lo que hacemos es mejor pensar en el punto final de todo lo que existe donde la frecuencia vibratoria es infinita y por lo tanto el tiempo es cero y la capacidad para contener toda la informacion de la creacion es absoluta) De Dios para abajo se pierde frecuencia vibratoria y no se puede tener por lo tanto toda la informacion del universo.

A
partir de ser un angel, los tres cuerpos inferiores se pierden por no ser ya necesarios y solo se utiliza la intuicion(aprehension directa de la verdad sin proceso secuencial).Entonces parece dificil en este nuevo modelo ni siquiera concebir la reuirreccion del cuerpo, con que fin? para que seguir limitados?Cual de los muchos cuerpos que el alma puede usar en su evolucion? a que edad del cuerpo?En todo caso no debemos pelear por esta idea menor( sera lo que sea) sino centrarnos en comprender y explicar los niveles de consciencia para poder dar un mapa mas claro a la humanidad y un grado de Paz y coherencia mucho mayor.

Solo se puede llegar a la felicidad a partir de operar desde el 4 cuerpo porque solo entonces se pueden entender cosas como que la felicidad no esta ahi fuera sino dentro de nosotros.Hasta que no se
transciende el Ego, no hay felicidad completa.La ciencia ha demostrado una ecuacion matematicamente exacta…Felicidad = Nivel de consciencia.Esto esta experimentablemente demostrado y es inapelable.La comprension de este hecho es lo que mas anima a la gente inteligente que no tiene mucha Fe a dedicarse al trabajo de crecer.En definitiva yo les muestro que todo lo que hacen en la vida( trabajar, casarse, comprarse o no un coche) lo hacen porque creen equivocadamente que les va a traer felicidad(al menos satisfaccion) pero que tienen que saber como sabe ya la ciencia(no solo la religion o la espiritualidad) que ahi no la van a encontrar.La demostracion cientifica de esto tiene mucho poder para convencer y conmover a estas mentes.

En cuanto al multiverso y las matematicas su amigo fisico esta en lo correcto pero hay que explicarlo mas.

Hay alguna confusion entre la gente entre el empiricismo y el experimentalismo.El empiricismo consiste en aplicar el metodo cientifico al esfuerzo de conicimiento y el experimentalismo consiste en aplicar el empiricismo a el objeto del conocimiento que puede ser experimentable(en general el mundo de la materia que se puede medir). Las matematicas son una ciencia empirica pero nadie puede pesar un numero ya que es un concepto y no una realidad material.El lenguage de la ciencia son las matematicas.Por ejemplo, la ciencia sabia hace mas de 30 años la existencia de la particula de Higgs y toda ella en las ultimas decadas se ha desarrollado sobre esta premisa pero solo ha podido ser experimentable hace unos meses a partir de la construccion del acelarador de particulas de Ginebra.El nivel de certeza sobre el multiverso es igual al nivel de certeza de la particula de Higgs antes de Ginebra.Simplemente han descubierto cosas que solo se explican logicamente y a traves de las matematicas en un escenario de multiverso y no se pueden explicar desde un escenario de un unico universo.Yo tengo escrito un libro en Ingles donde se explica todo esto y todo lo anterior de este mail con todo detalle pero por desgracia esta en Ingles y no lo he traducido todavia.

Por ultimo, comentar que todo el asunto del dolor , del sufrimiento y del sacrificio hay que entenderlo mejor a partir de esta nueva concepcion de la realidad para liberarnos de ello.Se podria afirmar que el sacrificio del servicio solo existe cuando se sirve desde unos niveles de consciencia todavia no suficientemente elevados.A sificiente nivel de consciencia no hay otra opcion disponible que el servicio que se hace de forma gozosa y retroalimentada y te lleva en una espiral ascendente de ayuda propia a traves de la ayuda a los demas experimentado desde una Paz por saber que todo es perfecto como es y un gozo casi paralizante.En ese estado no se experimenta apenas la idea de sacrificio.

Por ultimo de verdad, Hay que explicar a la gente la diferencia del Amor y el amor(o cariño).Cuando yo era mas joven no tenia esto claro y me resultaba un gran impedimento para desarrollar el Amor.El cariño es un sentimiento que necesita un objeto sobre el que proyectarse y suele empezar por un «MI».Quiero a mis hijos , mi pais, mi equipo de futbol, etc.Viene del ego.El Amor no es un sentimiento sino una comprension/aprehension.Si fuese un sentimiento no podria ser invariable.Los angeles no tienen sentimientos ni mentacion pero tienen un mayor Amor que nosotros.Yo no podia conseguir amar a los demas como a mis hijos y tampoco habia entendido esta distincion y ,por lo tanto, me era mas dificil entender el Amor.En una ocasion tuve la fortuna de poder hablar de esto personalmente con Teresa de Calcuta y ante mis preguntas ella me dijo que jamas habia tenido la tentacion de tener familia como muchos otros porque no podia limitar su Amor a tan poca gente.

Como es logico lleva un tiempo acomodar la mente a cualquier paradigma nuevo(a mi me llevo algunos años de intensa dedicacion) pero estoy seguro que usted ya puede intuir la potencialidad de algunas de estas ideas para acelerar el crecimiento y creo que podemos empezar a ver que de todo esto se puede empezar a usar sin violentar lo que no convenga.

Un abrazo, Gonzalo.

Bibliografía citada:

Annie Marquier, La libertad del ser

Ver también de la misma autora: El poder de elegir, y “El maestro del corazón”, que aquí ofrecemos gratis:

http://api.ning.com/files/jPg90C-ZUDmAD8RPK2uJ5iorIJV3bXrvloEcoV2QIpA-5tDgR8ASTkIfTmhtaBS1RO93qDKJzTpnvR1oAH-d7iobPjKcwN5*/El_maestro_del_CorazonAnnie_Marquier.pdf

En el enlace está el texto completo, en cada clase del curso dejo unas notas que nos pueden servir.

También hay una entrevista de La Vanguardia. Es el texto “El corazón tiene cerebro”; lo he colgado en https://skydrive.live.com/?cid=013a191e9bce257b#cid=013A191E9BCE257B&id=13A191E9BCE257B%21135

Y un video de la autora: http://www.youtube.com/watch?v=ItsqK5ACB1I

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