Nadie es tan capaz de vivir la profundidad y lo terrible que es la muerte como al contemplar la muerte de quien se ama… en la India las viudas morían con el marido, o se recluían en casas especiales, como sepultadas en vida. Agua es una película donde se ve el drama que aún dura, pues esto pasa incluso con niñas de muy pocos años que se las casa con viejos. Es importante tratar sobre la inmortalidad del alma, como ya hizo Platón en sus Diálogos (Fedón). La madre sigue queriendo al hijo muerto, y el amigo al amigo que se muere no le dice, por poca fe que tenga: “vete a criar gusanos” sino “nos veremos, en algún sitio”, y si amar es decir «¡que bueno que tu existas!» «amar a una persona es sentir que se dice: tú no morirás» (G. Marcel), «el amor es más fuerte que la muerte, no puede apagar este fuego ningún arroyo por grande que sea» (Cantar de los cantares), la separación tampoco. Si la inmortalidad no existe, el amor se frustra, y todo acaba, es engañoso y provisional; entonces es imposible amar del todo y para siempre; podemos amar porque somos inmortales, sabemos que somos inmortales porque sabemos amar, y el amor que no ha nacido para ser eterno no ha existido nunca…
El deseo de felicidad también nos habla de inmortalidad, pues es algo necesario; pero si se viera truncado por la muerte sería ilusión engañosa. Es una esperanza no exenta de inseguridad en que es bueno desear la felicidad, que tiene consistencia este deseo. El amor, la felicidad, el deseo de dar la vida nos habla de inmortalidad.
Consiste en un núcleo inmortal que pervive más allá de la muerte, «la parte superior del alma», la inteligencia y las potencias espirituales, indestructibles por ser inmateriales (si los actos son inmateriales, su facultad también lo es). Solo es mortal lo que tiene cuerpo, el alma no, y esto lo saben todos pues siempre los hombres han enterrado a los muertos (lo hacían hace miles de años los primitivos; incluso comer sus entrañas con fines rituales), esto está arqueológicamente probado hasta la saciedad. Y decir que esto que todos viven (psicológica y socialmente) es sugestión, es una hipótesis gratuita e indemostrable. Es verdad que la inmortalidad del alma admite pruebas indirectas, como las dichas, pero no hay ningún tipo de prueba de su mortalidad. Del mundo de los muertos, espíritus vivos, no sabemos nada sino que es un misterio (muy pocos piensan hoy que no hay misterios, que todo es demostrable). De esto se encarga la religión. Decía Einstein: «Lo más hermoso que podemos experimentar es el misterio»…